Es noticia:

Avistado un objeto interestelar dirigiéndose hacia nuestro sistema solar

Un nuevo cometa ha irrumpido en escena y no es de este vecindario. 3I/ATLAS, el tercer objeto interestelar jamás detectado, ha cruzado el sistema solar, despertando el interés de astrónomos de todo el mundo

En un rincón del universo donde reina la rutina cósmica, de pronto aparece un forastero con acento estelar. Se llama 3I/ATLAS y es el tercer objeto interestelar que decide sin invitación previa irrumpir en nuestro sistema solar. Antes vinieron ‘Oumuamua (ese cigarro galáctico con vocación de misterio) y 2I/Borisov, el cometa errante. Detectado el 1 de julio por el sistema ATLAS en Chile, 3I/ATLAS ha encendido las alertas y las pasiones en los observatorios del mundo. Como quien avista un delfín en el Sahara, los astrónomos corren a documentar esta rareza celeste.

Su ruta no deja lugar a dudas, no es de los nuestros. Las órbitas elípticas propias del vecindario solar no lo contienen; la suya es hiperbólica, como una despedida anunciada. Telescopios del Teide, con el Instituto de Astrofísica de Canarias a la cabeza, han confirmado su linaje exótico. “No es de aquí”, sentencia Javier Licandro con esa mezcla de asombro y resignación científica. Es la confirmación de que el universo, a pesar de nuestra nostalgia antropocéntrica, no gira en torno a nosotros.

sistema solar
El avistamiento inicial se produjo el 1 de julio gracias al sistema de detección ATLAS en Chile

Un cometa que huele a hielo y a distancia

El cometa 3I/ATLAS no solo trae consigo polvo estelar, sino también un perfume inconfundible, ese aroma a hielo sublimado, tan característico de los cometas que coquetean con el Sol. Al acercarse, se va desnudando, dejando al descubierto su coma brillante, como si supiera que todos lo estamos mirando. Es, a fin de cuentas, un actor fugaz en el escenario del sistema solar. Viene desde la constelación de Sagitario, esa región del cielo que suele guardar secretos como un baúl de familia.

Actualmente se encuentra a unos 670 millones de kilómetros de la Tierra. No hay peligro alguno, su ruta lo mantendrá a una distancia segura, un saludo cordial pero distante, como el de un ex que aparece en la boda de alguien más. Su punto más cercano al Sol será el 30 de octubre, bordeando la órbita de Marte, justo a tiempo para recordarnos que los fuegos artificiales más bellos suelen verse desde lejos.

La ciencia también se emociona

El tamaño estimado de 3I/ATLAS ha ido encogiéndose con el tiempo, como los relatos de quien asegura haber visto un ovni. De los 20 kilómetros iniciales, probablemente no quede ni la mitad. Pero su valor no está en la masa, sino en el mensaje. Este pequeño fragmento de hielo, polvo y misterio encierra pistas sobre la infancia de otros sistemas estelares. Es como encontrar una botella con carta en mitad del océano, lo que importa es quién la escribió y desde dónde.

Los científicos quieren leer entre sus capas. Compararlo con cometas locales puede revelar si la receta para formar planetas es una constante universal o un capricho solar. La NASA espera que 3I/ATLAS sea observable hasta septiembre. Luego, como buen viajero, se ocultará en la luz solar y tal vez regrese a la vista en diciembre. Será una última oportunidad para mirarlo, estudiarlo y despedirlo. Porque si algo nos enseña este cometa forastero, es que incluso en un cielo tan vigilado, aún caben las sorpresas.

Feijóo