Mientras su cuerpo es velado en la basílica de San Pedro, miles de fieles, líderes mundiales y autoridades religiosas se preparan para despedir al primer papa latinoamericano
Las puertas de la basílica de San Pedro se han abierto al mundo con un aire de recogimiento. En el corazón del Vaticano, el féretro de Jorge Bergoglio, más conocido como el papa Francisco, descansa ante una multitud que acude a rendirle tributo. La escena, cargada de emoción, marca el inicio de una despedida global a quien fue una figura clave en el rumbo de la Iglesia católica contemporánea.
Desde primeras horas del miércoles, peregrinos, religiosos y autoridades han comenzado a llenar la plaza de San Pedro, conscientes de que están presenciando una página histórica. Francisco, fallecido este lunes a los 88 años, deja vacante el trono de Pedro y activa oficialmente el protocolo de sede vacante. El cual abre paso al cónclave que definirá quién tomará su relevo espiritual en el Vaticano.

El funeral de Estado marcará el tono del próximo papado
El sábado se celebrará el funeral oficial, una ceremonia de alto perfil que reunirá a líderes internacionales. El Vaticano ha confirmado la presencia de figuras como Donald Trump y Javier Milei, que viajarán hasta Roma para estar presentes en esta despedida. La misa será presidida por el cardenal decano del Colegio Cardenalicio y se transmitirá en directo a nivel global, en una señal del alcance e impacto del pontífice argentino.
Fiel a su estilo sencillo, Francisco será enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor. Un lugar al que acudía con frecuencia para rezar antes y después de sus viajes. Su tumba, ubicada en la Capilla Paulina, será modesta y llevará únicamente su nombre en latín, Franciscus. Este deseo, expresado en su testamento, refleja la coherencia de un papa que vivió con humildad y murió con la misma serenidad.
Un cónclave clave para el futuro de la Iglesia
Tras el funeral, se activará uno de los procesos más simbólicos de la Iglesia, el cónclave. Los cardenales electores menores de 80 años se encerrarán en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo pontífice. La comunidad católica observa con atención esta transición, marcada por la huella de un papa que cambió la narrativa eclesiástica con gestos valientes y mensajes inclusivos.
El legado de Francisco permanecerá ligado a una Iglesia comprometida con los más desfavorecidos, crítica con el poder interno y abierta al diálogo global. Su partida no solo deja un vacío físico en el trono de Pedro, sino también una guía moral que muchos esperan que el próximo papa retome con fuerza y visión.