El Gobierno intensifica su lucha contra las ciberestafas con nuevas restricciones al uso de llamadas comerciales. A partir del sábado, quedará prohibido utilizar números móviles para este fin
Durante años, el sonido del móvil al mediodía se convirtió en un eco cotidiano del capitalismo en su versión más intrusiva. Una llamada desde un número móvil desconocido no era una conversación, era un asalto: “¿Ha considerado cambiar su tarifa de datos?”. Pero a partir de este sábado, España pone fin a esa vieja rutina de sospecha y fastidio. Las llamadas comerciales desde móviles están oficialmente prohibidas. Y lo que para algunos será apenas una nota informativa, para otros los que han sobrevivido a diez “buenas tardes, le llamamos de” en un mismo día será una liberación equiparable a silenciar por fin al cuñado en el grupo familiar.
Esta nueva era sin spam telefónico no es un capricho regulador, sino parte de un plan más amplio y ambicioso del Ministerio para la Transformación Digital y Función Pública. Con un tono serio y datos rotundos, el ministro Óscar López presentó el Decálogo Contra el Fraude Emocional, respaldado por ANCEME. Según sus cifras, casi 14 millones de llamadas falsas han sido bloqueadas en solo dos meses. Más de 235.000 al día. Como si el país entero hubiera empezado, por fin, a poner el móvil en modo avión pero sin dejar de recibir lo que importa.

Llamadas que se disfrazan, fronteras que se desdibujan
El plan también ataca a un enemigo más astuto, el spoofing. Esa técnica digna de un thriller de espionaje donde una llamada internacional se camufla con número nacional para sembrar confianza y cosechar datos bancarios. A partir del 7 de junio, este ilusionismo telefónico pasará a la historia. Las operadoras deberán bloquear las llamadas desde números virtuales o no asignados, y toda comunicación comercial tendrá que llegar desde líneas 800, 900 o prefijos provinciales. Es decir, menos espectros digitales y más rastros reconocibles.
No se trata solo de evitar molestias. Es una cuestión de identidad, de recuperar el derecho a saber quién te llama y por qué. Ya no será legal recibir SMS desde Shanghái que aseguran representar a tu banco de Cuenca. Las operadoras, hasta ahora más laxas que un portero de discoteca en año nuevo, estarán obligadas a cumplir las nuevas normas o enfrentarán multas millonarias. Por fin, el Estado se planta, la confianza no se puede construir sobre voces sin rostro ni origen.
El nombre propio como vacuna contra el fraude
En 2025 llegará el último pilar de este plan, un registro oficial de identificadores alfanuméricos gestionado por la CNMC. Las empresas y administraciones deberán registrar los nombres y códigos con los que envían SMS, permitiendo a los usuarios distinguir un aviso real de una trampa digital. Porque no es lo mismo recibir un “Estimado cliente” que un “Hola, Pedro”, cuando la diferencia puede costarte el sueldo de un mes.
Esta medida se suma a la reforma de la Ley de Atención a la Clientela, que impedirá incluso las llamadas desde fijos sin identificación clara. En palabras del ministro, “No es aceptable que se escondan detrás de números móviles anónimos”. Y es que, en tiempos donde hasta los algoritmos tienen nombre, lo mínimo que puede exigir el ciudadano es saber quién interrumpe su café. Porque si el infierno son los otros, que al menos lleven prefijo.