Su mezcla explosiva de carnes y su precio ajustado la convierten en el último fenómeno viral de los supermercados
Hay modas que llegan en limusina y otras que se cuelan en tu cocina envueltas en plástico. La pizza carnívora de Mercadona pertenece a esta segunda estirpe, humilde, inesperada, y viral como un chisme jugoso en un grupo de WhatsApp. No hay postureo ni pretensión, hay 600 gramos de carne emboscada entre masa, salsa y queso, con la gracia de costar menos que un café de especialidad con leche de avena y conversación pretenciosa.
Este artefacto gastronómico, marca Hacendado, ha desatado una fiebre silenciosa. A 3,40 euros la unidad, no se trata de una pizza gourmet, sino de un manifiesto comestible, lo sencillo sigue funcionando. Y como toda buena revolución, empezó donde menos se esperaba, en TikTok, ese oráculo moderno donde los adolescentes dictan tendencia y los adultos buscan excusas para no cocinar.

Cruda honestidad, horno caliente
La pizza no engaña. No pretende ser napolitana, ni se esconde tras la falsa modestia de una rúcula decorativa. Aquí hay carne. Mucha. Pepperoni, bacon, cerdo, ternera marinada. Una sinfonía de proteínas tocada en modo heavy metal. La masa, cocida en horno de piedra, no canta óperas, pero cruje con dignidad. Y ese equilibrio tosco pero eficaz recuerda a ciertos romances, no son perfectos, pero funcionan.
“Muy contundente, pero sorprendentemente equilibrada”, afirma Carlos Calpe (@calpe4cheat) el gurú no oficial del pasillo de refrigerados. Él, como muchos, aprecia esa virtud rara en tiempos de simulacros, la autenticidad. Esta pizza no presume de lo que no es. No busca enamorar al paladar exigente, sino alimentar al estómago cansado. Y eso, paradójicamente, la hace irresistible. ¿Preparación? Precalentar el horno a 200 °C, meter la pizza directamente sobre la rejilla y esperar 10 minutos. Sin apps, sin instrucciones de tres párrafos, sin medidores de humedad para la masa.
Más que una pizza: un espejo social
En un país obsesionado con la cocina tradicional pero también esclavo del microondas, esta pizza ha logrado una hazaña diplomática, unir a foodies y pragmáticos en una tregua sabrosa. Diez minutos de horno, cero instrucciones innecesarias y una recompensa inmediata, cena caliente sin necesidad de lavar más que las manos. ¿Puede haber algo más civilizado?
Su escasez en algunos supermercados ya roza lo legendario. Se agota como si escondiera secretos. Pero lo que revela es más profundo, una necesidad colectiva de placer fácil, barato y sin complicaciones. Porque, a fin de cuentas, la cena perfecta no siempre necesita velas, sino solo queso fundido y una promesa cumplida. Y ahí, entre el bacon y la salsa, Mercadona ha sabido escuchar al país.