RTVE ha decidido suspender por primera vez La Revuelta, el programa de David Broncano, para dar paso a la primera semifinal de Eurovisión
En el mundo de la televisión pública, donde cada minuto de emisión es un campo de batalla simbólico, RTVE ha tomado partido sin titubear. La Revuelta, el programa comandado por David Broncano con su habitual irreverencia y chaleco sin mangas, ha sido abruptamente apartado del prime time. ¿El motivo? Eurovisión. El canto de sirena continental, esa ópera kitsch de naciones en competencia estética, ha impuesto su ley, desplazando al humor patrio como un elefante empujando una bicicleta.
Y así, lo que parecía una parrilla estable ha mostrado su primera grieta significativa. Porque si bien La Revuelta había resistido con estoicismo retrasos tras partidos de fútbol y otras prioridades reales o imaginarias, nunca antes había sido desahuciada sin más. Esta cancelación no solo ha prendido fuego a los foros de internet, también ha puesto en evidencia una verdad incómoda, en la guerra por la atención, la sátira tiene menos blindaje institucional que una balada con ventiladores.

Una diva en escena y un programa fuera de juego
Melody, con su tema “Esa Diva”, ocupará el espacio que hasta ahora pertenecía al humor incómodo de Broncano. No es solo un intercambio de géneros, es una declaración editorial. Eurovisión no solo canta, también grita prioridades. Y en esta semifinal, aunque España no cante, vota. Votar, ese verbo tan caro a las democracias y también a los directores de programación, parece haber sido la excusa perfecta para empujar la decisión desde los despachos hacia los hogares.
La ironía no podría ser más afilada, La Revuelta, que se mantuvo a flote incluso cuando la Copa del Rey obligó a emitirla pasada la medianoche, sucumbe ahora frente a un certamen que es tan espectáculo como geopolítica pop. Mientras tanto, los cambios de horario esa ruleta rusa de fidelidad televisiva han hecho mella en la audiencia. Porque no hay fidelidad posible cuando te cambian la hora como si fueras una lavadora en rebajas.
RTVE duda: la audiencia bosteza y el futuro titubea
Los datos son implacables, como una cámara lenta mostrando un tropezón, La Revuelta arrancó fuerte, codeándose incluso con El Hormiguero. Pero el impulso inicial se fue desvaneciendo entre cambios de franja y desconciertos logísticos. La audiencia, como todo animal nocturno, necesita rutinas claras. Y cuando no las tiene, se escapa por la ventana del zapping o del streaming.
Por ahora, RTVE insiste en que todo es temporal, como esas separaciones que nunca terminan de recomponerse. Pero los analistas ya especulan, ¿es esta cancelación un ensayo general para una reubicación definitiva? ¿O el principio del fin? En una televisión pública atravesada por debates ideológicos, presupuestarios y culturales, cada programa es una pieza de ajedrez. La Revuelta ha sido sacrificada por una torre brillante y eurovisiva. Y en el tablero mediático, los peones incómodos rara vez coronan.