El euskera en el centro del debate: Ayuso se ausenta y Feijóo respalda el gesto
Alberto Núñez Feijóo ha vuelto a avivar las brasas del enfrentamiento político con un asunto tan antiguo como sensible: las lenguas cooficiales. Desde Oviedo y arropado por simpatizantes del Partido Popular, el líder conservador ha apoyado de forma tácita el gesto de Isabel Díaz Ayuso, que se ausentó durante la intervención del lehendakari Imanol Pradales en euskera en plena Conferencia de Presidentes celebrada en Barcelona.
Para Feijóo, lo ocurrido simboliza un cambio de era, una deriva identitaria que le ha llevado a ironizar con una frase que huele a reproche: “Ahora resulta que el lehendakari actual es más vasco que los anteriores”.
Con esa afirmación, el dirigente gallego no solo ha respaldado el plantón de Ayuso, sino que ha querido retratar el contexto como una deriva promovida desde el Gobierno central. Pedro Sánchez, ha dicho, alimenta la división política usando las lenguas como herramientas de confrontación. Feijóo ha recordado tiempos pasados en los que la unidad lingüística imperaba, como durante la pandemia del Covid, cuando todos los presidentes autonómicos, según él, hablaban en castellano para coordinar las vacunas. El mensaje no deja lugar a dudas: mientras en otras épocas se hablaba para entenderse, ahora se habla para marcar territorio.

Entre símbolos y discursos: el idioma como trinchera política
Pero la polémica no termina en una lengua. Para Feijóo, el conflicto lingüístico es apenas la superficie de un problema más profundo. Ha acusado a Pedro Sánchez de levantar muros donde debería haber puentes, y de utilizar la riqueza cultural del país como un instrumento de fragmentación. En ese marco, el lehendakari Imanol Pradales y el uso del euskera son percibidos no como ejercicio de pluralidad, sino como desafío a una supuesta normalidad perdida.
Mientras tanto, el país sigue escuchando discursos encendidos en mítines que, más que propuestas, parecen crónicas de un desencuentro permanente. El idioma común que se reclama no es tanto una lengua como una visión de España. Y ahí, cada palabra cuenta.