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Habla el sicario que atentó contra Miguel Uribe precandidato presidencial de Colombia

Bogotá arde en preguntas tras el ataque al senador

La política colombiana, acostumbrada a las tensiones dialécticas, se encontró el 8 de junio de 2025 con un lenguaje mucho más crudo: el del plomo. Miguel Uribe Turbay, senador y precandidato presidencial, fue víctima de un atentado en plena calle del barrio Modelia, en Bogotá. El autor material: un menor de 15 años que, tras ser reducido a tiros por el esquema de seguridad, pidió hablar. No para confesar, sino para negociar. “Déjenme darle los números”, repetía mientras la sangre se mezclaba con la urgencia y los gritos. No era una película: era Colombia.

Lo que siguió fue un operativo de manual: plan candado, búsqueda del conductor de la moto que lo llevó, peritaje de las cámaras, custodia máxima en la Fundación Santa Fe. Pero el eco del disparo resuena más allá de lo policial. ¿Quién manda a un niño a matar a un senador? ¿Qué redes mafiosas, políticas o económicas están dispuestas a sacrificar vidas jóvenes a cambio de silencio o caos?

Miguel Uribe candidato a la presidencia de Colombia

De sicario a testigo clave: una pieza demasiado joven para este ajedrez

El agresor, herido en una pierna, está bajo custodia y atención médica. Pero lo que sabe —o lo que dice saber— podría reconfigurar más que una investigación: podría desnudar una maquinaria. Si cumple su palabra y entrega los “números”, quizás sepamos quién firmó la orden, con qué tinta, con qué intereses. Porque no se dispara a un senador por capricho, y menos cuando este aspira a la Presidencia.

Hay algo profundamente simbólico y terrible en que un menor de edad haya sido el ejecutor. No es solo el uso de la violencia, es la forma en que el país sigue incubando sicarios entre adolescentes, como si fueran parte del currículo oculto de nuestras calles. Mientras algunos aspiran a Harvard, otros aprenden a disparar a metro y medio.

El atentado a Miguel Uribe Turbay no es un capítulo aislado. Es un síntoma de una enfermedad más profunda: una política tan envenenada que ha dejado de jugarse en las urnas para hacerlo, literalmente, a tiros. Y si no se desenreda rápido esa madeja de “números”, cómplices y motivaciones, el país puede terminar asumiendo con cinismo que los atentados son parte de la campaña.

Santos Cerdán