Cuando la política se cuela en los tribunales, la justicia empieza a tambalearse. El hermano de Pedro Sánchez enfrenta un juicio que huele más a rompecabezas jurídico que a procedimiento claro
El hermano del presidente del Gobierno no solo carga con el peso de un apellido ilustre; ahora también con la sospecha judicial que amenaza con convertirse en novela de Kafka. David Sánchez, músico de vocación y alto cargo de profesión, ha visto cómo la jueza Beatriz Biedma envía su caso a juicio oral sin esperar que la Audiencia Provincial de Badajoz resuelva los recursos aún abiertos. Un acto que la defensa ha calificado de “ilógico”, una contradicción legal tan evidente como exigir un billete de tren antes de que haya rieles.
Según la defensa, la magistrada rompió sus propias reglas, el 14 de mayo pidió esperar los recursos; días después, ignoró su propia advertencia y aceleró la maquinaria judicial. ¿Descuido, prisa o convicción? Sea como sea, lo cierto es que en este teatro de lo jurídico, el libreto parece cambiar sobre la marcha. Y mientras los abogados sacan punta a los tecnicismos, en el fondo retumba una vieja pregunta, ¿la ley es una partitura estable o una melodía improvisada según quién dirija la orquesta?

La doble cara del derecho: entre garantías y geometría variable
En el segundo acto del drama legal, las palabras adquieren peso filosófico. El escrito presentado por la defensa no se limita a discutir procedimientos, sino que levanta una bandera más amplia, la del derecho a la tutela judicial efectiva. “Una cosa no puede ser y no ser a la vez”, denuncia el texto con una lógica casi aristotélica. Si la seguridad jurídica es el ancla del Estado de Derecho, aquí alguien ha soltado el amarre.
Además, el juzgado señalado para el juicio el de lo Penal tampoco convence. Entre las acusaciones contra Sánchez figura la prevaricación administrativa, un delito que, con una pena de hasta quince años de inhabilitación, debería juzgarse en la Audiencia Provincial. La defensa lo deja claro, no se trata solo de un cambio de sala, sino de una distorsión del equilibrio legal. Como intentar colar una ópera en un karaoke.
Aforados y enredos: el extraño caso de Miguel Ángel Gallardo
Y cuando todo parecía ya suficientemente enredado, entra en escena Miguel Ángel Gallardo. El presidente de la Diputación de Badajoz ha sido investido como diputado autonómico, y con ese nuevo cargo, ha ganado también un escudo, el aforamiento. Ahora solo puede ser juzgado por el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura. Una jugada que cambia el tablero por completo y podría arrastrar con él al resto de implicados, incluido el hermano del presidente.
La jueza, en un gesto de cálculo institucional, ha dado dos días a las acusaciones populares para pronunciarse sobre si este nuevo estatus debe trasladar la causa a una instancia superior. El reloj corre, pero las certezas menguan. En este embrollo procesal, las normas parecen flotar como hojas al viento, y lo que ayer era válido, hoy es discutido. Quizás el problema no sea solo de personas, sino de un sistema que, a veces, parece escrito en borrador.