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Letizia hace la cobra

La Reina Letizia evitó con elegancia un saludo demasiado efusivo del presidente colombiano Gustavo Petro, y lo que debía ser un apretón de manos protocolario se convirtió en una clase exprés de geopolítica gestual

La IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo prometía ser un hito económico, pero terminó viralizada por una escena de baile involuntario y gestual, la llamada “cobra” de Letizia a Gustavo Petro. No fue ni salsa ni cumbia, pero el presidente colombiano se acercó con un doble beso protocolariamente latinoamericano, mientras la Reina, impecable y regia, respondió con un apretón de manos más seco que un powerpoint de Hacienda. La imagen recorrió el planeta en segundos, demostrando que a veces el cuerpo diplomático habla sin abrir la boca.

Este microchoque entre cortesía tropical y etiqueta castellana expuso con ironía quirúrgica la tensión latente entre continentes que comparten idioma pero no formas. Letizia, con esa firmeza de terciopelo que la caracteriza, no improvisó, simplemente aplicó el protocolo español, donde los besos no se reparten como panecillos, y menos en cumbres internacionales. El gesto fue como una coma bien puesta, breve, elegante, y capaz de cambiar el sentido entero de una frase.

la Reina Letizia
Letizia hace la cobra a Petro

Cuando el protocolo es más rígido que la economía

La escena, atrapada por las cámaras como un pez en una red dorada, se convirtió en tendencia antes de que algún ministro lograra explicar la diferencia entre deuda concesional y ayuda no reembolsable. El supuesto desaire se interpretó menos como un rechazo personal y más como una clase magistral de etiqueta monárquica. En España, los saludos oficiales no admiten improvisaciones, la neutralidad es la armadura del cargo, y cualquier efusión puede interpretarse como una grieta en la coraza.

Letizia, entrenada en el arte de decir mucho con muy poco, recordó con su gesto que en el escenario de la política internacional, cada movimiento por mínimo que sea se convierte en un símbolo. Como un haiku en la sala del trono, su apretón de manos marcó distancia sin herir, dejando claro que la diplomacia europea es un arte de contención, no de efusión.

De la cordialidad a la coreografía del error

En América Latina, donde el beso en la mejilla forma parte del tejido social, incluso en actos formales, la distancia europea puede sentirse como un portazo invisible. Pero esa misma diferencia cultural, cuando no se comprende, se transforma en malentendido viral. Petro no fue reprendido ni desairado, simplemente se topó con una Reina que sabe que en política exterior, hasta los saludos tienen guion.

Y como si el guion no estuviera ya lo bastante tenso, el día sumó otra escena digna de vodevil cortesano, Pedro Sánchez y Begoña Gómez olvidaron posar junto a los Reyes, obligando a repetir el protocolo como si fuera un ensayo general. Porque en la danza diplomática, cada paso cuenta, y a veces como en este caso una cobra es más elocuente que cien discursos sobre financiación multilateral.

Feijóo