No lo verás en los balcones del Vaticano, pero ya ha empezado. El nombramiento de León XIV ha encendido alarmas en los pasillos donde el catolicismo es más ideología que fe, más control que evangelio. Y sus enemigos no vienen de fuera: llevan sotana, votan ultraderecha y tienen columnistas infiltrados
León XIV aún no ha calentado la silla de Pedro, y ya se preparan los cuchillos largos. En los próximos días —o incluso horas— veremos una ofensiva abierta del ecosistema mediático y político de la ultraderecha católica contra el nuevo pontífice. No será inmediata, porque no sabían cómo reaccionar. El nombramiento los pilló con la guardia baja. Pero una vez reciban las instrucciones desde dentro, actuarán.
¿Desde dónde? Desde el núcleo duro del integrismo católico hispanoamericano, con extensiones digitales, redes opacas y conexiones inquietantes con actores políticos de peso en España. VOX, para más señas.
La raíz del odio: Perú, abusos y justicia eclesial
El origen del conflicto se remonta a América Latina, en concreto al caso del Sodalicio de Vida Cristiana, una organización religiosa peruana fundada por Luis Figari, una figura con vínculos con el pensamiento falangista y que utilizaba el celibato, la obediencia y la manipulación espiritual como herramientas de abuso. El Sodalicio fue señalado por graves casos de pederastia y maltrato psicológico sistemático.
Fue el papa Francisco quien decidió intervenir. Mandó a Charles Scicluna —el gran exorcista de la pederastia clerical— y al sacerdote Jordi Bertomeu, su mano derecha. De esa investigación salió un terremoto: la caída del arzobispo Eguren y el fin del blindaje institucional al Sodalicio.
¿Y quién firmó la sentencia? Robert Prevost. Hoy, León XIV. Entonces era prefecto del Dicasterio para los Obispos. Su firma fue la que selló la caída del poder sodálite. Y con ello, se ganó el odio eterno del entramado ultracatólico que orbitaba en torno a esa organización.
De Lima a Madrid: las conexiones con la derecha ultra española
Aquí entra el nombre de Infovaticana, el portal donde se ensayan los golpes de Estado litúrgico-mediáticos. Fundado por Gabriel Ariza, y vinculado con el grupo El Yunque, este medio ha sido una plataforma constante de ataque contra los enviados papales (Scicluna y Bertomeu) y ahora, sin duda, apuntará contra León XIV. Ariza no es un opinador cualquiera: es asesor y estratega en la sombra de VOX, junto a Kiko Méndez Monasterio, el guionista ideológico del partido.
Y aquí se cierra el círculo. Los sectores más reaccionarios del catolicismo —los que creen que el Concilio Vaticano II fue un error, que la misa debe ser en latín y que el feminismo es una herejía— han encontrado en VOX su altavoz político. Y en Infovaticana, su boletín de guerra. La elección de un papa progresista, agustino, latinoamericano y reformista es una amenaza directa a su narrativa mesiánica.

¿Qué vendrá ahora? Calumnias, bulos y desinformación religiosa
Ya lo están insinuando: que si León XIV encubrió abusos (una falsedad lanzada por exsodálites y desmentida por documentos internos del Vaticano), que si es “demasiado político”, que si está “contaminado por la agenda de Francisco”. La estrategia es clara: desgastar su figura antes de que empiece a ejercer el liderazgo real.
No esperes una crítica teológica. Espera zarpazos desde columnas, mensajes velados en misas “tradis”, y quizás alguna campaña viral tan grotesca como eficaz. El objetivo es generar sospecha entre los fieles y aislar al Papa de su base conservadora. El método: mezclar verdades a medias con teorías de la conspiración.
El Vaticano no es neutro. Y tampoco lo es la fe
León XIV no será un papa cómodo. Y eso es, precisamente, lo que lo hace necesario. Porque la Iglesia no necesita guardianes del dogma, sino jardineros de la verdad, aunque florezca entre ruinas. Y cuando los enemigos no están fuera, sino dentro del templo, el coraje espiritual se convierte en virtud política.
El combate que se avecina no es solo religioso. Es cultural, ideológico y profundamente simbólico. Y León XIV, sin levantar la voz, ya ha dicho de qué lado está: el de los pequeños, los perseguidos… y los que ya no creen en los tronos sagrados, pero siguen buscando sentido.