Real Madrid

FC Barcelona

Aviso Legal

Política de Privacidad

Contacto

Trabaja en GOL digital

Real Madrid

FC Barcelona

Aviso Legal

Política de Privacidad

Contacto

Trabaja en GOL digital

Princesa Leonor en modo Top Gun: la heredera despega hacia su último año en la Academia del Aire

De alférez a piloto en ciernes, la princesa afronta la fase más cinematográfica de su instrucción militar, entre simuladores y el rugido del PC-21

Olvídese por un momento de los saludos solemnes, de los uniformes planchados al milímetro y de las fotos oficiales. Imagine a la princesa Leonor con gafas oscuras, chaqueta bomber y la partitura de Danger Zone sonando de fondo. La heredera de la Corona inicia este lunes en la Academia General del Aire de San Javier (Murcia) el último tramo de su formación castrense: un año con sabor a Top Gun, al mando de un avión suizo PC-21, la joya tecnológica que reemplaza al vetusto C-101 y que promete emociones fuertes tanto en el aire como en la política.

El guion está escrito: un mes de teoría, unas 50 horas de simulador y, después, el salto a la cabina real. La diferencia con sus 74 compañeros será inexistente o al menos eso aseguran, aunque la ironía es inevitable: ningún otro alférez carga sobre sus espaldas la expectativa de convertirse en capitana general de las Fuerzas Armadas.

San Javier como escenario y espejo real

La princesa de Asturias llega a Murcia acompañada por Margarita Robles, ministra de Defensa, como quien deja a su pupila en la academia más exigente. Allí le esperan aulas modernizadas, simuladores envolventes de 180 grados y el ritual de pasar de la teoría al rugido de los motores. En el horizonte: la posibilidad de dominar un PC-21, avión que ya probó su padre, Felipe VI, en junio, cerrando un círculo que une generaciones.

El contraste es potente: mientras los cadetes anónimos ven en cada vuelo un examen, Leonor se examina también ante una opinión pública que observa con lupa. Su disciplina será noticia, sus tropiezos, titulares. Convertir el deber en espectáculo forma parte del precio de nacer heredera. Y aquí la antítesis se hace carne: una joven de 19 años que estudia maniobras y aerodinámica mientras representa la continuidad de una institución centenaria.

Entre la épica heredada y el futuro incierto

La Cartuja fue el escenario de redenciones rojiblancas; San Javier lo será de la metamorfosis de la heredera. Felipe VI cerró allí su ciclo en 1988, en plena Guerra Fría, cuando los cielos aún olían a geopolítica bipolar. Treinta y ocho años después, Leonor volará en un mundo donde los drones hacen de francotiradores invisibles, donde los conflictos son híbridos y la presión se mide tanto en titulares como en maniobras aéreas.

La antítesis es brutal: la rutina marcial del entrenamiento frente a la épica inevitable de ser la “piloto real” que representa a España. Su destino está enmarcado por tradiciones que parecen de otro siglo y por desafíos que son radicalmente nuevos. Quizá nunca escuche en cabina la voz de Kenny Loggins, pero sabe que cada despegue será observado como metáfora: la princesa que vuela, pero también la monarquía que intenta mantenerse en el aire.