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¿Quién es Santos Cerdán?

¿Quién es Santos Cerdán? No sale en los telediarios, no llena mítines, y sin embargo, ha sido uno de los arquitectos silenciosos del PSOE en su etapa más turbulenta

En el ecosistema político español, donde la exposición suele ser sinónimo de poder, Santos Cerdán jugó al escondite con una destreza casi zen. Nacido en Milagro nombre que parece ironía involuntaria, fue técnico de mantenimiento antes que fontanero de pactos. En un país donde los líderes suelen debutar en la tribuna con promesas grandilocuentes, él se abrió paso desde una fábrica de congelados, hablando poco y maniobrando mucho. Su ascenso dentro del PSOE fue menos un salto que una filtración constante, callado, pero imparable.

No tuvo tribuna, pero sí teléfono. Nunca fue trending topic, pero tejía redes con más eficacia que cualquier community manager de partido. Mientras otros buscaban foco, él perfeccionaba el arte de influir sin dejar huella. Y cuando cayó José Luis Ábalos en política, los relevos muchas veces se parecen más a una limpieza que a una transición, fue Cerdán quien ocupó el lugar con la serenidad de quien ya lo venía ocupando en la sombra. Como señaló Lambán, fue el “poli malo” que Sánchez necesitaba, no para amedrentar, sino para negociar sin pestañear.

Santos Cerdán
Su ingreso al PSOE, a los 30 años, fue tardío, aunque no por ello menos efectivo

La carretera: el líder y la foto que fundó una lealtad

En octubre de 2016, cuando Sánchez fue expulsado de Ferraz como un hijo pródigo sin redención, hubo quienes le dieron la espalda y quienes se subieron al coche. Cerdán fue uno de ellos. Aquella imagen en La Rioja, cuatro tipos en ruta como un western de lealtad socialista resumía algo más que apoyo, era una promesa de regreso. Y regresaron. Lo que empezó con un Peugeot terminó con un despacho en la Fundación Pablo Iglesias y un creciente dominio del tablero interno.

Cerdán tejió su red como un jardinero que no teme a las espinas, pactó con Bildu, empujó a María Chivite al poder y mantuvo contactos donde otros veían líneas rojas. Su nombre empezó a resonar más allá de Navarra, siempre en voz baja, siempre en condicional. La UCO apuntó, pero él esquivó. Acostumbrado a moverse en la penumbra, la sospecha no lo desorientó. En política, como en los cuentos de espías, lo importante no es ser inocente, sino no dejar pruebas de lo contrario.

De Waterloo al abismo: la caída del hombre sin titulares

En 2023, la foto con Puigdemont en Waterloo no fue solo un gesto político, fue un seísmo simbólico. El negociador del PSOE, ese hombre sin discurso público, se sentaba con el fugitivo más célebre del procés. Una imagen que congeló sonrisas en Moncloa y disparó titulares en la oposición. Desde un hotel en Bruselas el Sofitel, lujo sobrio y diplomacia de moqueta, Cerdán tejía un pacto que rompía con décadas de dogmas. Negociar con quien te niega no es traición, es geometría variable.

Pero toda sombra necesita un muro donde proyectarse. Y el caso Koldo le quitó el muro. De operador silencioso pasó a sospechoso visible. Las grabaciones, el ruido, el pasado que vuelve como un boomerang de hojalata oxidada. Su dimisión no fue ruido de ruptura, sino un portazo amortiguado. Como quien cierra con sigilo una etapa sabiendo que su legado no está en los aplausos, sino en los silencios que dejó tras de sí. Santos Cerdán fue una bisagra, invisible, pero imprescindible.

Feijóo

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