Giannis Antetokounmpo está en duda para el partido de Grecia contra España debido a problemas en la rodilla, mientras que él y Giannoulis Larentzakis ya se pierden el encuentro ante Bosnia
El baloncesto tiene sus dioses de carne y hueso, y uno de los más imponentes responde al nombre de Giannis Antetokounmpo. Sin embargo, hasta los colosos tiemblan. La noticia que sacude a la afición griega no es un triple fallado ni un marcador adverso, sino la duda de si su gigante podrá siquiera saltar al parqué contra España. Una rodilla rebelde esa articulación caprichosa que decide más partidos que la estrategia mantiene en vilo a un país entero.
Como si no bastara, la selección helena también pierde a Giannoulis Larentzakis. Dos bajas que llegan como tormenta imprevista en verano, de repente, lo que parecía un día soleado se transforma en cielo encapotado. El equipo griego se ve obligado a improvisar, a reescribir su partitura justo antes del concierto. Y en el baloncesto, como en la música, la improvisación suele ser un arma de doble filo, puede dar lugar a la genialidad o al desconcierto.
Scariolo y el arte de evitar gigantes
Mientras tanto, Sergio Scariolo contempla el panorama con la calma del ajedrecista que espera a que su rival pierda una pieza. El seleccionador español sabe que preparar un plan para detener a Giannis es como intentar contener un huracán con un paraguas. Por eso no habla, no desafía, no provoca. Prefiere el silencio prudente y el trabajo invisible, reforzar la defensa, ensayar variantes, ajustar engranajes. El ruido se lo deja a los periodistas; la música, a su pizarra.
La ausencia del griego podría parecer un regalo para España, pero Scariolo conoce las trampas de la euforia. Subestimar a Grecia sería como subestimar al mar en calma: basta un golpe de viento para recordar quién manda. Por eso España no se acomoda, no se fía. Juega a estar preparada para todos los escenarios, con o sin coloso delante, porque en los torneos largos la soberbia se paga como un impuesto demasiado caro.
Un torneo bajo la lupa
Las dudas sobre Giannis no solo alteran un partido, reconfiguran un torneo entero. La selección griega pierde músculo y experiencia en la zona, ese territorio donde los gigantes marcan su ley. España, en cambio, se enfrenta a la paradoja de tener que adaptarse más ante la ausencia que ante la presencia del rival, cuando la estrella no está, el resto del equipo se multiplica en sorpresas y en ganas de demostrar.
De ahí que este choque entre España y Grecia se anuncie menos como un duelo de titanes y más como un pulso estratégico, un tablero donde cada movimiento será analizado hasta la extenuación. Porque el baloncesto moderno no solo se juega en la cancha, se juega en las lesiones, en las declaraciones, en las dudas que generan más titulares que certezas. Y en esa incertidumbre, tanto Grecia como España buscarán su ventaja, conscientes de que los torneos se ganan más con resiliencia que con músculo.