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Bilbao Basket aspira a los MVP

En una Liga Endesa repleta de talento y exigencia, el conjunto vizcaíno ha logrado posicionarse en el foco nacional gracias al rendimiento de Harald Frey y Tryggvi Hlinason, dos piezas fundamentales en su esquema

En una liga donde los focos rara vez apuntan fuera del eje Madrid-Barcelona, el Bilbao Basket se ha colado en la conversación más exclusiva, la de los MVP. Que un club como el bilbaíno, sin el músculo financiero de los gigantes ni el aura mediática de los eternos finalistas, consiga meter a dos de sus jugadores entre los ochenta candidatos al premio más codiciado de la ACB, no es solo noticia: es un síntoma. De que algo quizá un cambio de ciclo, o una rebelión de las provincias está ocurriendo en el baloncesto español.

La nominación de Harald Frey y Tryggvi Hlinason, anunciada por la propia Asociación de Clubes de Baloncesto, ha hecho vibrar las gradas de Miribilla. En un mundo deportivo que premia la velocidad y el ruido, que un equipo forjado a base de trabajo silencioso y química de vestuario aparezca en el escaparate de los grandes méritos individuales, tiene algo de poético. Es como si un verso suelto se hubiera colado en una tabla de estadísticas.

Bilbao Basket
Ha logrado posicionarse en el foco nacional gracias al rendimiento de Harald Frey

Harald Frey: cuando el liderazgo se escribe en minúsculas

Harald Frey no es el típico base que acapara titulares con triples desde el logo o asistencias de fantasía. Él prefiere operar en la sombra, como un director de orquesta que afina a su equipo con precisión casi quirúrgica. Sus 8,1 puntos y 3,1 asistencias por partido podrían parecer discretos, pero su verdadero valor está en su influencia invisible: esa que no computa, pero se siente. Frey juega con la serenidad de quien entiende que no hace falta gritar para hacerse escuchar.

Desde el cuerpo técnico no ahorran elogios, lo describen como un engranaje que da sentido al todo, como un relojero suizo aunque en este caso, noruego que no pierde el ritmo ni en la presión más asfixiante. Su valoración media de 8,8 lo retrata como uno de los jugadores más regulares del equipo. En una liga que cambia de velocidad como un rally alpino, su constancia es un bien escaso. Frey no solo juega: estabiliza.

Tryggvi Hlinason y el arte de proteger la zona como si fuera su hogar

Si Frey es cerebro, Hlinason es músculo con propósito. El pívot islandés ha transformado cada partido en una demostración de poder silencioso, como un glaciar que avanza sin hacer ruido pero lo cambia todo a su paso. Con 7,7 puntos, 3,2 rebotes y una valoración de 13,6, Tryggvi se ha convertido en un muro con alma, imponente, pero emocionalmente conectado con su entorno. No es casualidad que ocupe el puesto 25 en valoración general del campeonato.

Su impacto va más allá de los números, cada tapón suyo es un acto de autoridad, cada rebote una declaración de principios. Un compañero lo resumió con precisión lapidaria, “marca territorio”. En una cancha donde la fragilidad suele disfrazarse de espectáculo, Hlinason es contundencia sin teatralidad. Y esa energía ha tejido un lazo especial con la afición, que lo ve como algo más que un jugador: lo ve como un símbolo.

Marcelinho Huertas