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Bilbao Basket cierra súper fichaje

El Surne Bilbao Basket ha dado un golpe sobre la mesa en el mercado de fichajes con la incorporación de Darrun Hilliard, un escolta estadounidense con pedigrí NBA y recorrido estelar por Europa

El Surne Bilbao Basket no ha fichado a un jugador, ha firmado una declaración de intenciones. Darrun Hilliard, 32 años, currículo kilométrico y muñeca calibrada, aterriza en Miribilla como quien desciende de un avión con la misión de dirigir una ofensiva. Procedente del Río Breogán y tras un paréntesis en tierras rusas con el Unics Kazan, el escolta norteamericano irrumpe en el proyecto bilbaíno con la aureola de líder, de esos que no gritan en la cancha pero imponen más que un técnico con megáfono.

Su promedio de 13,6 puntos por partido en la última Liga Endesa no suena a fuegos artificiales, pero sí a metrónomo afinado. 56,1% en tiros de dos, 33,1% desde el perímetro y la regularidad de un reloj suizo con alma de callejón de Detroit. No es casualidad que el Breogán se haya mantenido en la zona templada de la tabla, mientras algunos equipos sobreviven a impulsos, Hilliard juega como si cada posesión tuviera el peso de una decisión de vida o muerte.

Bilbao Basket
Darrun Hilliard, de 32 años y 1,98 metros de estatura, quien también puede desempeñarse como alero

Entre la NBA y la vieja Europa: un trotamundos con puntería quirúrgica

Formado en la exigente Villanova y con pasos por Detroit Pistons y San Antonio Spurs, Hilliard no tardó en cruzar el Atlántico, como tantos otros talentos que descubren que en Europa se juega menos para la cámara y más para el alma. Baskonia, CSKA Moscú, Bayern, Maccabi, Pinar Karsiyaka su pasaporte necesita páginas extra. Pero no se trata de un turista del baloncesto, en cada equipo dejó su huella, como esas balas perdidas que, paradójicamente, siempre dan en el blanco.

En Lugo firmó noches imposibles: 33 puntos y 42 de valoración ante Leyma Coruña, 28 puntos sin error desde el triple contra Morabanc. Más que un escolta, un francotirador de precisión matemática. En once partidos superó los 15 puntos como quien pide café sin mirar la carta. Hilliard no anota, ejecuta, y lo hace con la calma implacable de quien ha jugado finales en canchas donde se mide la presión en decibelios y no en barómetros.

Bilbao busca ambición, y ha encontrado autoridad

En su fugaz paso por el Unics Kazan, promedió 8,9 puntos en apenas 16 minutos, con un 44,4% desde la línea de tres. No hace falta ser catedrático de estadística para entender el mensaje, cuando está en cancha, pasa algo. Y lo que pasa, normalmente, beneficia a su equipo. Hilliard puede liderar o complementar, puede comenzar en el banquillo o cerrar partidos con el balón en las manos. Es, en esencia, ese tipo de jugador que no necesita titulares para influir.

El Bilbao Basket lo sabe, no basta con talento, se necesita carácter. No solo puntos, sino personalidad. Y Hilliard, que mezcla la elegancia de un poeta con la eficacia de un contable, encarna ambos elementos. Miribilla necesitaba una figura que inspire, un referente para el vestuario y una amenaza para el rival. Ya lo tiene. Y si el baloncesto es, como muchos sostienen, una metáfora de la vida, Hilliard será ese tipo que, en el último minuto, no duda. Lanza. Y acierta.

Willy Hernangómez Barcelona Baskonia