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Cuando la historia pesa: Sergio Llull firma otro milagro y el Madrid se impone en Manresa

En el baloncesto, hay partidos que se juegan en la cancha y otros que se disputan en la memoria. Lo que ocurrió en el Nou Congost no fue solo una victoria ajustada del Real Madrid sobre el BAXI Manresa

En el baloncesto, como en la literatura, hay autores que escriben con sangre en lugar de tinta. Sergio Llull, ese veterano de mil batallas con alma de finalista perpetuo, volvió a estampar su firma en las páginas épicas del Real Madrid. A falta de 1.7 segundos, en una de esas jugadas donde el corazón late más fuerte que el silbato, el capitán penetró como si el tiempo corriera hacia atrás. Mientras el Nou Congost rugía, Llull se deslizó entre defensores como una vieja historia que ya todos conocen, pero que igual emociona.

Porque el Madrid no ganó solo con técnica, ni siquiera con músculo; ganó con peso específico. El del escudo, el del palmarés, el de la memoria colectiva que exige no fallar. Manresa, valiente y vibrante, se atrevió a cuestionar el guion establecido. Pero los milagros, para desgracia de los humildes, suelen tener copyright. Y el de esta noche llevaba el sello helado y preciso del dorsal 23 blanco.

Llull
Real Madrid vence 67-65 a BAXI Manresa con una canasta final de Sergio Llull.

Del dominio al abismo: cuando el favorito tiembla

Durante la primera mitad, el partido parecía una lección de cómo manejar los hilos del poder en territorio hostil. El Real Madrid, con su maquinaria bien aceitada, marcó territorio como quien deja el abrigo en la silla para que nadie más se siente. Tavares impuso su ley en la pintura como un faro que oscurece toda esperanza rival, mientras Hezonja deslizaba puntos con la elegancia de un violinista en plena tormenta. Al descanso, los blancos ganaban cómodamente, y los pronósticos respiraban tranquilos.

Pero el tercer cuarto trajo un Manresa mutado, inflamado por su público y por ese combustible imprevisible que se llama fe. Alston, con sus 19 puntos, fue la chispa que incendió la remontada. Y Hunt, con un triple imposible, le puso fuego al relato. El partido se convirtió en una olla a presión con el reloj como enemigo y la épica como única estrategia. En ese caos emocional, el Madrid titubeó. Pero cuando el vértigo amenaza con tragarte, no hay nada más tranquilizador que una vieja leyenda con el balón en las manos.

Leyendas que resuelven lo irresoluble

No se puede enseñar lo que Llull hizo. Esa mezcla de coraje y cálculo frío es tan difícil de imitar como el acento exacto de un recuerdo. Mientras todo se tambaleaba, él ejecutó una bandeja que pareció más una sentencia que un tiro. Con esa jugada, el Madrid no solo salvó los muebles; aseguró su trono y reafirmó una de esas verdades incómodas del deporte, que a veces no gana el mejor, sino el más acostumbrado a ganar.

Manresa, por su parte, mereció más que un aplauso. Jugó con la furia del que se sabe al borde del abismo y aún así salta. Steinbergs fue un pulmón inagotable, Hunt puso magia y nervio, y el equipo, como un boxeador herido, resistió hasta la última campana. Pero al final, la historia pesó más que la ilusión. Y en la Liga Endesa, como en la vida, los finales felices suelen estar reservados para quienes ya los han protagonizado antes.

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