Unicaja resistió tres cuartos, pero los blancos dominaron el desenlace
El Real Madrid volvió a hacer lo que mejor sabe: ganar cuando todo está en juego. En el cuarto partido de la serie ante Unicaja, con el Carpena rugiendo y los de Ibon Navarro soñando con forzar un quinto, el conjunto blanco sacó a relucir su músculo competitivo en los minutos finales (79-86). Con este triunfo, los de Chus Mateo sellan su pase a la final de la Liga Endesa, donde se medirán al Valencia Basket.
Unicaja golpea primero, el Madrid resiste siempre
El arranque del partido fue una oda a la intensidad malagueña. Como si quisieran vengar las derrotas anteriores a base de triples y energía, Unicaja se puso 33-21 en el segundo cuarto. Pero cada ráfaga local encontraba una respuesta blanca. Ni los diez puntos de ventaja ni el ambiente pudieron tumbar a un Madrid que, con Hezonja y Llull al frente, iba recortando cada embestida.
Al descanso, los datos hablaban: Unicaja acertaba desde el perímetro, pero sufría en la pintura. Mientras tanto, el Madrid ganaba la batalla del rebote y convertía segundas oportunidades en puntos vitales.
Campazzo y la calma cuando arde la pista
En el último cuarto llegó el giro definitivo. A falta de siete minutos, el empate a 69 era el reflejo de un partido al rojo vivo. Pero entonces, como quien echa agua fría en plena erupción, el Madrid congeló el ímpetu local con un parcial de 0-5. Musa falló una bandeja fácil, Tavares se marchó por faltas… pero apareció Facundo Campazzo.
Con el marcador en un delicado 77-79, el argentino asumió la responsabilidad. Penetración, contacto, 2+1. El Carpena enmudecía. Luego, Carter falló el triple de la desesperación y Feliz sentenció desde el tiro libre.
El Madrid fue menos vistoso, pero más estable. Más de piedra que de fuego. Y cuando los partidos se deciden por detalles, suele ganar el que sabe sufrir. Una vez más, ese fue el Madrid.
