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La estrella de Italia que amenaza con dejar a España fuera del Eurobasket

Simone Fontecchio no solo jugó contra Bosnia: dictó sentencia. Con 39 puntos, récord histórico para un italiano en el Eurobasket

Simone Fontecchio se puso la corona en el Eurobasket como si hubiese estado esperándola desde niño, cuando aún soñaba con canastas en patios vacíos. Su exhibición de 39 puntos no fue solo un recital estadístico, fue un acto de conquista, un gesto imperial en una cancha donde Bosnia luchó hasta desangrarse sin hallar redención. El italiano rompió el récord de anotación para su país en el torneo, y lo hizo con esa naturalidad irritante de quien parece estar jugando un partido informal, cuando en realidad está escribiendo un capítulo que sus compatriotas recordarán con voz temblorosa.

La otra cara del duelo, claro, fue Bosnia, orgullosa, insistente, pero condenada. Su esfuerzo fue tan feroz como inútil, una especie de tragedia griega moderna en la que cada esfuerzo heroico encontraba la fría réplica del marcador. Entre Alibegovic y Roberson trataron de sostener la causa balcánica, mientras Nurkic, atado por las faltas, veía cómo sus manos pesaban menos que la impotencia. Ironía cruel: su equipo peleó mejor que nunca, pero salió más derrotado que nunca.

Un duelo de contrastes

Italia encadena ahora dos victorias consecutivas primero contra Georgia con un +16, después contra Bosnia con un +17 como si quisiera dejar claro que no gana por azar, sino por una lógica aritmética implacable. El equipo de Gianmarco Pozzecco, que acabó expulsado tras su enésimo ataque de teatralidad temperamental, se sitúa ya con medio cuerpo en los octavos. Nada mal para una selección que a menudo carga con el estigma de ser brillante en promesas y errática en realidades. Esta vez, en cambio, las matemáticas le sonríen.

Bosnia, en contraste, mostró lo mejor de sí misma precisamente en la derrota. Contra España se rindió antes de tiempo; contra Italia, luchó hasta quedarse sin aire. El público acompañó con fervor, creando esa ilusión de que las gradas pueden cambiar el destino. Pero no, Fontecchio y Spissu con sus triples que parecían dagas lanzadas desde un balcón veneciano terminaron por sellar cualquier atisbo de esperanza. La antítesis fue clara: mientras unos jugaban con la convicción del que sabe que la gloria lo espera, otros se deshacían con la dignidad del que lucha sabiendo que perderá.

Camino a España: del mito a la realidad

El horizonte ya está pintado de rojo y amarillo. Italia, teñida de confianza tras teñir de azul a Bosnia, se prepara para un duelo frente a España que promete ser más un choque de culturas que un simple partido de baloncesto. Los italianos llegan con la euforia de Fontecchio convertido en emperador, mientras los españoles, herederos de su propio legado dorado, esperan como veteranos generales curtidos en mil batallas. ¿Qué pesa más en un Eurobasket: la inspiración súbita de una estrella o la memoria colectiva de una nación acostumbrada a ganar?

La respuesta está en suspenso, como un balón que aún no ha tocado el aro. Lo cierto es que Italia ha transformado su irregularidad en constancia, y España, con su paciencia estratégica, representa la última prueba de fuego antes de que el relato pase de anécdota a epopeya. El partido contra Bosnia fue un aviso: Italia no solo juega, también intimida. Y cuando la confianza se convierte en estilo, la historia suele inclinarse hacia quien se atreve a escribirla con más audacia.