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Ni Chus Mateo ni sorpresas: el gran favorito para el banquillo del Madrid es Scariolo

El Real Madrid aún pelea por la Liga, pero su futuro ya se dibuja en silencio: tras la herida europea, el banquillo se tambalea y el nombre de Sergio Scariolo resuena con la fuerza de quien ya estuvo y podría volver para reescribir el guion

En el Real Madrid, incluso cuando el balón aún rebota, las decisiones importantes se fraguan en despachos silenciosos, donde el murmullo de las decepciones pesa más que el eco de los títulos recientes. A Chus Mateo no lo traicionaron los resultados, sino esa expectativa perpetua que exige ganar con estilo y arrasar con elegancia. Como si levantar trofeos fuera un deber rutinario, y no una hazaña compleja que el aficionado blanco contempla con la impaciencia de quien pide milagros en un autoservicio.

Y en ese clima de exigencia casi teológica, aparece Sergio Scariolo. Ni sorpresas, ni experimentos, el italiano es el nombre que suena con la fuerza de quien no necesita presentación, solo espacio. Tras su salida de la Virtus de Bolonia una ruptura más pasional que profesional, Scariolo vuelve al radar merengue como ese ex al que nunca se olvida del todo. Ya estuvo, dejó marca y, si vuelve, no será por nostalgia, sino por necesidad mutua.

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Scariolo no solo sabe ganar; sabe hacerlo en contextos donde el talento abunda, pero la disciplina escasea. Ha dirigido en Italia, España y Canadá, y en todos los idiomas del baloncesto ha pronunciado la misma palabra, control. A sus 64 años, parece tener la misma energía que cuando revolucionó Málaga o llevó a España a lo más alto del podio mundial. Como esos relojes suizos que envejecen con precisión, no con desgaste.

Pero lo más irónico es que su regreso al Real Madrid no depende de la nostalgia ni del marketing, sino de algo mucho más simple y raro, sentido común. Conoce la ACB como quien recorre su barrio, y tiene un pie en la selección y otro en los vestuarios blancos gracias a su relación con varios internacionales. Además, la normativa permite esa dualidad que antaño hubiera parecido una herejía, entrenar al club y a la nación. El baloncesto moderno, como la política, ya no distingue entre fidelidades puras y acuerdos útiles.

¿Cambio de ciclo o repetición del patrón?

La directiva blanca se encuentra ante un dilema que no es nuevo, pero sí urgente. Seguir apostando por Chus Mateo el hombre tranquilo que ganó títulos sin levantar la voz o dar paso a Scariolo, el estratega con gafas de profesor y alma de general. No es solo una elección táctica, sino simbólica, ¿prefieren continuidad o sacudida?, ¿gestión o ambición?

Quizás la decisión ya esté tomada entre cafés y confidencias, pero lo cierto es que el banquillo del Real Madrid no es cualquier silla, es un trono eléctrico. Y Scariolo, con su historial, su mirada severa y su currículum que pesa más que algunos armarios del Palacio, parece el único capaz de soportar esa descarga sin despeinarse. Si vuelve, no será para reconstruir. Será para reinar.

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