En la antesala de las semifinales de la Basketball Champions League, Marcelinho Huertas se ha convertido en el centro de atención tras unas declaraciones que generaron revuelo en torno al Unicaja Málaga
Las palabras vuelan, pero los malentendidos aterrizan pesadamente justo en la antesala de una semifinal. Marcelinho Huertas, eterno cerebro del CB Canarias, lo sabe. Por eso, frente a micrófonos encendidos y gestos contenidos, el veterano base salió al paso de la polémica. Quería cerrar la herida antes de que sangrara más “No iba contra Unicaja”, sentenció con firmeza casi quirúrgica, refiriéndose a sus declaraciones sobre el juego físico en el baloncesto actual. Unicaja Málaga escuchó, entendió y, en cierta medida, agradeció.
El brasileño no escatimó elogios hacia sus rivales malagueños, a quienes calificó como un equipo con “carácter, organización y mucho talento”. Palabras que, como antídoto eficaz, desactivaron cualquier conato de conflicto. La reacción fue inmediata, medios y aficionados interpretaron su gesto como lo que fue, un acto de madurez que no abunda en tiempos de titulares viscerales y declaraciones a medio cocer. Así, en lugar de pólvora, quedó respeto. Y eso, en vísperas de una semifinal, vale oro.

Unicaja recibe la aclaración mientras Canarias piensa en Galatasaray
La tormenta mediática amainó, pero en el horizonte se asoma otra: el Galatasaray, un equipo que juega como si cada balón fuera un trozo de carne en una jauría hambrienta. En ese contexto, el CB Canarias no tendrá margen para distracciones. Marcelinho Huertas, a sus 41 años, no mira al pasado ni se enreda en polémicas recicladas; prefiere enfocarse en lo que viene. “Sabemos que va a ser una guerra deportiva. Pero tenemos las armas, el talento y la mentalidad para pelear por todo”, declaró, con la misma serenidad con la que otros se atan los cordones.
Su entrenador, Txus Vidorreta, lo describe como algo más que un base: lo ve como el metrónomo emocional del vestuario. “Cuando las piernas pesan, es la cabeza la que empuja. En eso, Marcelinho es único”, dijo. No es exageración, es observación clínica. Mientras otros se rinden al cansancio, él se agarra a la convicción. Y en este momento decisivo, cuando cada error puede ser una despedida, el CB Canarias se aferra a su líder como un navegante a su brújula.
Experiencia, constancia y amor por el baloncesto
Huertas no es un milagro biológico, es una rutina bien aceitada. Dos décadas al más alto nivel no se explican por suerte ni genética, sino por una liturgia diaria que mezcla pasión, método y un toque de obsesión saludable. “No hay trucos. Solo constancia y ganas de seguir disfrutando cada partido como si fuera el último”, afirmó con una sonrisa que esconde cientos de madrugadas de gimnasio y vídeos tácticos.
Su disciplina roza lo monástico: controla la alimentación como un alquimista, descansa con precisión de relojero y prepara los partidos como si fueran exámenes finales. Ese nivel de detalle no solo sostiene su rendimiento, también contagia. Los más jóvenes lo observan como quien ve una película de culto: con admiración, respeto y un poco de incredulidad. Y mientras el CB Canarias lucha por conquistar la Basketball Champions League y mantenerse firme en la ACB, Huertas sigue siendo su guía. Un faro encendido en medio de la tormenta competitiva.