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Yanic Konan Niederhauser: Perfil NBA Draft 2025 ¿El próximo Jaxson Hayes?

Yanic Konan Niederhauser, pívot suizo de Penn State, se ha ganado un lugar en las conversaciones del Draft NBA 2025 gracias a su perfil atlético y su impacto defensivo

En un Draft donde los reflectores queman más que iluminan, y los highlights son más importantes que los fundamentos, el suizo Yanic Konan Niederhauser camina sin hacer ruido, pero dejando huella. Mientras otros prospectos apuestan por la espectacularidad, él prefiere la eficiencia. No se sube al circo mediático, pero sí se cuelga del aro con la puntualidad de un reloj suizo. Tras una evolución paciente de Northern Illinois a Penn State ha dejado de ser promesa para convertirse en un perfil apetecible para la NBA.

Con estadísticas que no marean pero sí convencen (12.9 puntos, 6.3 rebotes y 2.3 tapones en 25 minutos), Niederhauser encarna ese tipo de jugador que no necesita mucho tiempo para impactar. Su físico imponente y su intuición en la zona le han ganado el respeto de entrenadores y ojeadores. Como esas piezas de ajedrez que parecen menores hasta que cortan el tablero por sorpresa, su valor está en el contexto, ideal como pívot de rotación, clave en defensas que viven del esfuerzo colectivo.

Yanic Konan Niederhauser
La comparación más lógica en la NBA actual es Jaxson Hayes

Fortalezas: cuando la energía se convierte en sistema

Niederhauser es una contradicción andante, mide 2.10, pero se mueve como si tuviera resortes en los tobillos. Su juego fluye mejor sin el balón en las manos, como un cometa que necesita de otro para impulsarse pero que, una vez lanzado, es imparable. Finaliza con violencia, corta líneas como un bisturí en plena cirugía y convierte cada alley-oop en una declaración de intenciones. No necesita protagonismo para brillar, solo un sistema que lo entienda.

En defensa, su capacidad para intimidar sin hablar es casi poética. No bloquea todos los tiros, pero sí todos los caminos. Su lectura posicional no es perfecta, pero su timing lo compensa con creces. No es un muro infranqueable, pero sí una red de contención, flexible, resistente, efectiva. Y en un ecosistema NBA obsesionado con el ritmo, su habilidad para correr la cancha como un alero encaja como anillo al dedo.

Debilidades: cuando el molde se rompe antes de completarse

Ahora bien, si Niederhauser aspira a algo más que a ser un especialista de lujo, tendrá que romper algunas de sus propias limitaciones. Su repertorio ofensivo es tan limitado como una playlist de una sola canción. No tira, no postea, no crea. Vive del pase ajeno, y cuando el sistema falla, él se vuelve invisible. Su ratio de asistencias y pérdidas refleja una verdad incómoda, el balón no es su amigo.

Y en defensa, aunque intimida, también sufre. Contra interiores más fuertes, es arrastrado; contra exteriores más rápidos, es expuesto. Sus desplazamientos laterales son más voluntad que agilidad. Su intensidad defensiva, por momentos, parece un café sin medir, fuerte, pero mal administrado. El resultado son faltas innecesarias y momentos de desconexión. Como diría un viejo entrenador, “tiene los ingredientes, pero la receta aún está cruda”.

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