Iddrisu Baba vuelve al Almería tras nueve meses de lesión, aportando solidez defensiva y equilibrio en el mediocampo. Su regreso supone un refuerzo clave para Rubi y refuerza las aspiraciones del equipo en esta temporada
El fútbol, con su habitual crueldad, suele recordar a los jugadores que la gloria depende de rodillas tan frágiles como un cristal empañado en invierno. Así lo comprobó Iddrisu Baba, que tras 283 días de ausencia volvió a vestir la camiseta rojiblanca del Almería. No fue un fichaje rutilante, sino un retorno esperado, casi como el regreso de un hijo pródigo que, después de un calvario de quirófano y gimnasio, pisa de nuevo el césped con una mezcla de alivio y hambre atrasada.
El mediocentro ghanés estrenó 2025 como si su presencia fuera una declaración de intenciones, el equipo de Rubi vuelve a mirar hacia el ascenso. Y lo hace con un jugador que no es solo un número en la alineación, sino un recordatorio de que la paciencia esa virtud que nadie quiere practicar en el fútbol moderno a veces tiene premio.
Una recuperación larga como un invierno sin sol
El último recuerdo de Baba antes de la lesión se remonta a noviembre de 2023, en un partido anodino frente al Córdoba que terminó convirtiéndose en una tragedia personal. Lo que parecía un simple esguince acabó revelándose como una rotura parcial en dos ligamentos: un castigo doble, casi bíblico, para un futbolista cuya fortaleza física era su carta de presentación.
Operado en enero de 2024, comenzó un proceso de recuperación tan prolongado que por momentos parecía no tener fin. Hubo convocatorias donde calentó sin jugar, promesas de regreso frustradas y una espera que se alargaba como un reloj sin manecillas. Pero al fin, septiembre le devolvió al césped, y con él la sensación de que el Almería recupera no solo a un jugador, sino a un pedazo de identidad.
Más que un jugador: un refuerzo moral
Su reaparición coincidió con un momento de urgencia defensiva, el equipo había recibido nueve goles en apenas cuatro jornadas. Y fue precisamente ahí donde Baba se transformó en muralla, acompañando a Bonini en el centro de la zaga frente al Racing. La ironía es evidente, quien volvió tras casi un año fuera terminó siendo el más sólido de todos.
No será un fichaje de mercado, pero para Rubi lo vale como oro. Con Baba en el campo, el Almería gana equilibrio, músculo y experiencia. Y quizá algo aún más necesario, confianza. Porque en una categoría donde los ascensos se deciden tanto en la cabeza como en los pies, la vuelta de Baba representa un recordatorio de que resistir también es una forma de ganar.