Más que números, una vida en rojiblanco
Óscar de Marcos no se despide. Se queda en la memoria, en el alma colectiva de una afición que lo vio crecer, reinventarse y resistir. Porque más allá de estadísticas que son muchas y deslumbrantes, su legado en el Athletic no se mide en goles ni minutos, sino en pertenencia, coherencia y amor incondicional por un escudo.
Jugó nueve finales. Ganó tres títulos. Disputó más partidos de Supercopa que nadie sin haber vestido jamás las camisetas de Madrid, Barça o Atlético. Y lo hizo todo con una humildad que grita más que cualquier arenga en un vestuario.
El futbolista que fue todos los futbolistas
De media punta a lateral. De promesa ofensiva a pulmón defensivo. De joven descarado a capitán ejemplar. En 2012/13 fue el jugador con más minutos del Athletic, jugando en ataque. Diez años después, volvió a serlo… desde la defensa. La antítesis perfecta de los futbolistas que se consumen con el tiempo: De Marcos no se apagó, se transformó.
Jugó en más estadios que nadie con la camiseta del Athletic. Se midió a más rivales que cualquier otro león. Repartió 63 asistencias, superado en los últimos 40 años solo por tres mitos: Susaeta, Etxeberria y Yeste. Y lo hizo siendo lateral. Sí, el lateral que asistía como un 10.

Capitán sin aspavientos
Fue capitán en 85 partidos. Nunca necesitó gritar para liderar. Su autoridad nacía del ejemplo, de correr cuando nadie corría, de sostener al equipo cuando más lo necesitaba. Lo expulsaron tres veces en más de 500 partidos. Un modelo de temple en una era de gestos vacíos.
Marcó en la final de la Supercopa 2021, jugó todas las finales completas, incluidas dos prórrogas. Nadie le regaló minutos. Se ganó cada segundo con un compromiso que desafía cualquier algoritmo.
El último romántico
En tiempos de traspasos multimillonarios y fidelidades efímeras, De Marcos eligió pertenecer. Y eso, hoy, vale más que todos los goles de un mercado de invierno. No fue el más mediático, ni el más fotografiado. Pero fue el más nuestro.
Como escribió Adurizpedia, su mayor mérito no está en los datos aunque podrían llenar un museo, sino en haber defendido al Athletic con la dignidad de quien ama, no de quien ocupa un cargo.
Óscar de Marcos no se va. Se queda en cada pase largo, en cada cobertura invisible, en cada mirada limpia al escudo. Se queda donde habitan los imprescindibles.