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¿Nico Williams, negocio redondo para el Barça o bomba de relojería?

El plan secreto de Laporta (que ya no es tan secreto)

Hace tiempo que Joan Laporta acaricia un sueño con forma de trueque encubierto: vender a Raphinha al Manchester United por una cifra mareante dicen que 120 millones, como quien vende bitcoins en 2021 y fichar a Nico Williams por la mitad. A simple vista, una operación tan sensata como regar las plantas antes de irse de vacaciones. El problema es que estamos hablando del Barça, donde lo sensato suele convertirse en imprudente con mucha facilidad.

Nico Williams ha dejado de ser una promesa para convertirse en un dilema nacional. En Bilbao, su nombre empieza a pronunciarse en voz baja, como si mentarlo atrajera la deslealtad. Pasar de ser ídolo de San Mamés a potencial “Llorente 2.0” en versión TikTok más veloz, más joven y con una cláusula más alta no es precisamente el camino de la redención.

Nico Williams Lamine Yamal
Nico Williams y Lamine Yamal mantienen una magnífica relación personal que también brilla sobre el terreno de juego

Yamal y Nico: la pareja más deseada… y más temida

En Barcelona, sin embargo, las cosas se ven con otros ojos. Lamine Yamal, ese niño prodigio con la sonrisa de Ronaldinho y los tics de Messi, no esconde que quiere a Nico como compañero de aventuras. Lo imagina como su nuevo Neymar, con menos samba y más velocidad. La pareja ya ensaya en la selección, donde hacen diabluras con la impunidad de quienes todavía no han conocido la derrota con olor a fracaso.

El peligro está ahí, latente: que el Barça convierta el talento en parque de atracciones. El club que un día exigía excelencia ahora sueña con una dupla de adolescentes que parecen salidos de un videojuego: rápidos, habilidosos, pero también inmaduros, imprevisibles y, por momentos, demasiado amigos. Si esto se descontrola, no será una sociedad letal… sino letal para el vestuario.

¿Y Flick? El alemán ha dado el visto bueno. Cree que con disciplina bávara puede convertir la volatilidad en virtud. Pero ya lo sabemos: entrenar a un genio es fácil; entrenar a dos que se creen genios, bastante menos.

Quizá el fichaje de Nico sea un negocio brillante. O quizá sea otro episodio de la tragicomedia culé, donde el futuro siempre está a punto de comenzar y el pasado reciente es un agujero contable. En cualquier caso, que nadie se engañe: si Nico se marcha, no lo hará por dinero. Lo hará por la promesa de un escenario más grande y un foco más brillante.

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