Javier Ontiveros busca recuperar su mejor versión en el Cádiz CF tras meses de lesiones y altibajos. El malagueño, que brilló bajo Paco López, vuelve a la acción con la misión de aportar su talento
Javier Ontiveros todavía guarda en su interior destellos de aquella magia que brilló con Paco López. El malagueño vivió su etapa más lúcida bajo el mando del técnico valenciano, un tiempo donde su fútbol era sinónimo de chispa y desequilibrio. Fue entonces cuando se convirtió en la pieza que mantenía al Cádiz CF vivo en cada batalla liguera, sosteniendo con talento un proyecto que parecía caminar sobre una cuerda floja.
Desde febrero, sin embargo, esa versión deslumbrante ha ido apagándose como una lámpara de aceite al borde del agotamiento. Ni la voluntad férrea del jugador ni el recuerdo de sus mejores tardes han bastado para mantener el nivel que encandiló a la afición amarilla. Ontiveros, que parecía intocable, ha tenido que enfrentarse a la paradoja más cruel del fútbol, ser necesario y, al mismo tiempo, no estar del todo presente.
Temporada 24/25 y obstáculos físicos
El fichaje estrella del Cádiz CF para la temporada 24/25 arrancó el curso con la responsabilidad de liderar la ofensiva amarilla. Su protagonismo inicial fue indiscutible, pero pronto el equipo entró en una crisis que se saldó con la salida de Paco López en diciembre. Desde entonces, Ontiveros fue perdiendo brillo, frenado por unas molestias físicas que han condicionado tanto su juego como su continuidad en el once.
Reapareció el pasado domingo ante el Ceuta tras cinco jornadas de ausencia, dejando claro que el talento no se oxida con la inactividad. Bastó su primera intervención, una delicada vaselina sobre Mario Climent que permitió al lateral llegar con peligro hasta la línea de fondo, para que la grada volviera a ilusionarse. Fue un recordatorio casi cruel, su magia sigue ahí, agazapada, esperando el momento de volver a ocupar los focos.
Futuro y expectativas en el ataque amarillo
La relación de Ontiveros con Gaizka Garitano ha estado marcada por una incómoda coincidencia, nunca ha podido estar al cien por cien físicamente bajo las órdenes del técnico vasco. La fecha que queda grabada es el 15 de febrero, cuando el Cádiz CF venció al entonces líder Racing de Santander por 2-3 y el malagueño fue el mejor de los suyos. Desde ese instante, las molestias que Garitano calificó como «crónicas» comenzaron a mermar su impacto, convirtiendo al jugador en una sombra de lo que podía ser.
La pretemporada tampoco trajo consuelo. Los problemas en su rodilla han mantenido a Ontiveros lejos de su estado óptimo, aunque cada minuto que pisa el césped se transforma en un ensayo de esperanza. El reto es recuperar confianza, regularidad y constancia, ingredientes sin los cuales su talento queda atrapado en fogonazos. El Cádiz sigue necesitando de esa magia, y el tiempo, siempre implacable, será quien dicte si Ontiveros consigue o no devolverla en plenitud.