El regreso de Trent Alexander-Arnold al templo del Liverpool prende los ánimos antes del choque ante el Real Madrid y provoca reacciones encontradas
La mañana del partido empezó torcida. Más caliente, más cruda, más emocional de lo que cualquiera imaginaba. En los alrededores de Anfield, el mural dedicado a Trent Alexander-Arnold amaneció vandalizado por un grupo radical de seguidores del Liverpool, todavía dolidos por su fichaje por el Real Madrid. No era la típica previa: era un recordatorio de que el fútbol también es cicatriz, memoria y heridas que no terminan de cerrar.
Trent se marchó en mayo, después de veinte años en la ciudad. Creció en la academia ‘red’, subió al primer equipo, ganó una Champions League, levantó títulos, dio asistencias imposibles y se convirtió en símbolo de una generación. Por eso duele. Para parte de la afición, su salida se siente como abandono; para otros, es simplemente la vida: los jugadores se marchan, cambian, buscan nuevos desafíos.
A primera hora del día, operarios municipales borraron las pintadas: “Adiós rata” o “el rata”, escritas con pintura blanca sobre el mural. Es brutal cómo unas pocas palabras pueden hundir una historia entera. Pero lo curioso es que no fueron las instituciones quienes reaccionaron primero: fue la gente.

Una figura anónima del Liverpool borró las pintadas del mural de Trent Alexander-Arnold, defendiendo su legado en la ciudad que le vio crecer
El vídeo corrió rápido por redes sociales: una persona anónima, con un cubo y una espátula, limpiando la pared. Sin mirar cámaras. Sin discursos. Solo reparando lo que otros habían querido romper. Se convirtió en héroe instantáneo. En un símbolo de que la ciudad también sabe agradecer, no solo enfadarse.
En declaraciones a los medios, esta persona explicó que no podía permitir ese insulto: “Liverpool ama a Trent”, dijo. Añadió algo todavía más humano: “Alexander-Arnold dio su corazón por el club”. Y remató con una sinceridad que retrata al aficionado normal, ese que entiende la realidad más allá del romanticismo: “Cualquiera se iría al Madrid, por clima y dinero. Es normal.”
Ese testimonio dejó una idea clara: el odio no representa a la mayoría. Hay dolor, sí, pero también respeto por el chico que nació con la camiseta roja y se fue siendo leyenda.

El duelo entre Liverpool y Real Madrid promete tensión, emociones cruzadas y un foco especial en la situación de Trent Alexander-Arnold
Desde lo futbolístico, el morbo está servido. La gran incógnita es si Trent será titular. No parece probable, porque Fede Valverde se ha ganado el puesto de lateral derecho con actuaciones impecables, aunque sea una posición que no le entusiasma. Pero incluso si empieza en el banquillo, su presencia cambiará todo: cámaras, himnos, gritos, silencio. La historia pesa más que el balón.
En Liverpool saben que este partido no es solo un partido. Es una despedida real, de tú a tú. Una especie de juicio emocional delante de 50.000 personas. Algunos pitarán, otros aplaudirán y otros se quedarán quietos, sin saber qué sentir. Porque cuando alguien que fue parte de tu vida futbolística durante dos décadas vuelve vestido de blanco, te coloca un espejo delante.
En el Real Madrid, lo viven distinto. Ficharon a un talento histórico, a un lateral generacional, a un especialista a balón parado con cerebro de centrocampista y alma de canterano inglés. El club blanco no compra solo jugadores: compra impacto. Compra símbolos. Y Trent lo es. Por eso la previa está tan cargada.
El fútbol, cuando se mezcla con memoria, identidad y despedidas, duele… pero también cura
El vandalismo dolió, pero la respuesta fue más grande. Hubo quien ensució y hubo quien limpió. Esa imagen, la del aficionado anónimo borrando insultos, pesa más que cualquier pintada. Dice quién es el verdadero Liverpool y quién no.
Esta noche, en Anfield, puede pasar cualquier cosa: victoria, derrota, silencio, ovación, pitidos, lágrimas. Pero una cosa está clara: cuando el balón empiece a rodar, toda la ira se convertirá en fútbol. Y quizá, en algún rincón del estadio, alguien se levante a aplaudir. No al jugador del Real Madrid. Al niño que creció allí.




