Aitana Bonmatí, figura clave del FC Barcelona femenino, ha dejado claro que conquistar LaLiga F con una goleada histórica no basta: el verdadero objetivo es cerrar la temporada con un triplete soñado
El Barça femenino ha conquistado su sexta Liga F consecutiva con la despreocupada brutalidad de quien ya no compite contra rivales, sino contra la historia. El 0-9 ante el Betis fue más que una victoria, fue una declaración de intenciones. En el centro de esta coreografía implacable está Aitana Bonmatí, una futbolista que no necesita levantar la voz para liderar; le basta con jugar. “Hay que seguir”, dijo tras la goleada, como si arrasar en el campeonato nacional fuera apenas el primer sorbo de una copa mucho más ambiciosa.
Y ahí está la ironía, mientras otros celebran ligas como conquistas épicas, el Barça las acumula como quien colecciona sellos. Bonmatí, con once goles y una influencia imposible de medir en asistencias y liderazgo, no se cansa de remarcar lo extraordinario de lo “normal”. Porque repetir el éxito es, paradójicamente, lo más difícil. Cada título conquistado no es una cima, sino una estación de paso en un viaje donde el verdadero destino aún se resiste: el triplete.

El vértigo de las finales y la calma de quien sabe cómo se gana
Ahora se vienen dos finales. Una en Lisboa contra el Arsenal, otra en Zaragoza frente al Atlético de Madrid. Dos ciudades que podrían convertirse en altares si el equipo logra repetir el sagrado acto del triplete. Aitana, sin rodeos ni adornos, lo dice todo con una frase corta y afilada como una volea bien ejecutada. “No podemos bajar el listón”. Porque en la élite, relajarse es sinónimo de caer. Y ellas no están aquí para caer, sino para elevar.
Pero entre los goles y las medallas hay un factor silencioso que también cuenta: la hinchada. Casi tres mil entradas disponibles, dijo Bonmatí, pidiendo al azulgrana que se vista de peregrino y acuda a Lisboa como a una romería futbolística. Y no por nostalgia, sino porque este equipo no se alimenta solo de títulos, sino de amor incondicional. Esa es su alquimia, convertir cada partido en una celebración compartida, cada final en una promesa de eternidad.
Lisboa, Fan Zone y una cita con la historia
El club ya ha puesto todo en marcha: entradas nominales, códigos compartidos, buses oficiales. No es solo un partido, es una expedición. Lisboa será, por unas horas, una embajada itinerante del Camp Nou. Porque este Barça femenino, lejos de ser una sección secundaria, se ha convertido en el corazón palpitante del orgullo culé. Y si alguien duda, que revise la lista de trofeos y el tono con el que Aitana los menciona, ni arrogante ni eufórica, sino con la serenidad de quien sabe que aún queda mucho por escribir.
El dato es tentador, si ganan, igualarán el triplete masculino de 2015, ese que en 2023 se les escapó a los chicos de Xavi. La comparación, por incómoda, es reveladora. Mientras el equipo masculino tropieza con sus fantasmas, el femenino construye leyendas. Y Bonmatí, esa arquitecta del fútbol total, podría firmar otro capítulo glorioso con la naturalidad de quien no juega por fama, sino por fe.