El Barcelona y el Valencia se preparan para un duelo clave en la jornada 4 de LaLiga, marcado por las bajas en el conjunto azulgrana y la ilusión de un Valencia que llega con la plantilla al completo en busca de consolidar su buen inicio
La cuarta jornada de LaLiga nos regala un duelo con sabor a examen, FC Barcelona contra Valencia CF. El 14 de septiembre, en un escenario aún por confirmar, los azulgranas medirán fuerzas con un conjunto ché que llega más ligero de equipaje físico, aunque con la pesada mochila de la irregularidad. El Barça, con siete puntos en el bolsillo, parece caminar con paso firme, aunque no sin tropiezos; el empate frente a un Rayo rebelde aún retumba en la memoria reciente. En contraste, el Valencia suma cuatro unidades y viene de sacudirse la ansiedad con un 3-0 convincente frente al Getafe, como si quisiera demostrar que el caos puede organizarse en forma de victoria.
Curiosamente, ambos equipos llegan con narrativas opuestas, mientras los de Flick parecen un hospital itinerante disfrazado de club de élite, el Valencia se presenta con toda la plantilla en pie, como un ejército que, al menos por esta semana, no conoce la palabra “lesión”. Una antítesis clara, unos se retuercen en la improvisación; otros disfrutan el lujo de la planificación. Pero en el fútbol, ya sabemos, la lógica suele durar lo mismo que un suspiro en el viento.
Barcelona: un rompecabezas sin piezas clave
Hansi Flick observa su banquillo como quien revisa una caja de herramientas incompleta. Ter Stegen seguirá ausente hasta el invierno, y Gavi ese motor inagotable de la medular aún arrastra molestias en la rodilla. A ellos se suman Balde y De Jong, convertidos en incógnitas médicas que más que jugadores parecen enigmas de un crucigrama. Con semejante panorama, Flick no tiene otra opción que inventar, un arte que en el Barça a veces se confunde con improvisar.
De ahí que nombres como Gerard Martín o Casadó empiecen a sonar con fuerza, emergiendo de la segunda fila con el brillo tímido de los que esperan su oportunidad. En la mediapunta, la pugna entre Dani Olmo y Fermín López es casi una metáfora de la lucha por la identidad del equipo. ¿Apuesta por el talento consagrado o por la frescura irreverente? Y mientras Lewandowski y Rashford obligan a calcular cada minuto como si fueran monedas de oro, Raphinha y Ferran se quedan mirando el reloj, esperando su turno en un reparto cada vez más complejo.
Valencia: la serenidad del que juega completo
El equipo de Carlos Corberán, por su parte, disfruta de un raro privilegio en el fútbol moderno: tener a todos disponibles. La recuperación de André Almeida despeja cualquier duda y permite al técnico diseñar variantes tácticas sin mirar de reojo a la enfermería. No es un detalle menor: un Valencia sano es un Valencia incómodo, y eso lo sabe bien el Barça. La posibilidad de una defensa de cinco con Copete entrando en la ecuación abre la puerta a un juego más rocoso, aunque a costa de sacrificar piezas ofensivas.
Pero ahí está la astucia de Corberán, mover el tablero para darle espacio a perfiles como Rioja o Ramazani, futbolistas capaces de cambiar el guion en un abrir y cerrar de ojos. Hugo Duro se mueve en la cuerda floja de la titularidad, mientras Javi Guerra sigue consolidándose como esa apuesta segura que sostiene al equipo desde el medio. Y en defensa, Diakhaby aparece en estado de gracia, como un muro que no se limita a resistir, sino que transmite confianza. En suma, el Valencia llega a este duelo como quien sabe que no tiene nada que perder y, precisamente por eso, puede ganarlo todo.