El alemán confiaba en su fichaje estrella; el navarro eligió quedarse en casa
Cuando Hansi Flick aterrizó en el FC Barcelona, lo hizo con la ilusión intacta y una lista corta pero ambiciosa de prioridades. Entre ellas, una brillaba con especial intensidad: Nico Williams, el extremo eléctrico del Athletic Club, MVP de la última Eurocopa, símbolo de una generación que no solo corre, sino que piensa. Flick ya lo imaginaba volando por la banda izquierda del nuevo Barça. Pero el cuento, como tantos en el Camp Nou últimamente, se torció en la última página.
Nico dijo no. O más bien, dijo sí… pero al Athletic. Hasta 2035. Con una cláusula blindada. Y lo hizo con el corazón en la mano y los pies firmes en Lezama, dejando en el aire un rastro de desencanto que, según afirman fuentes de Catalunya Ràdio, ha afectado de lleno al técnico alemán.
¿Traicionado o simplemente decepcionado?
Desde el entorno de Flick aseguran que la palabra es “decepción”, no traición. Porque, si bien el míster alemán entendía los problemas financieros del club, también pensaba que Nico sería el rostro de su proyecto, la imagen renovada de un Barça que quiere jugar como antes, pero con piernas del futuro.
Se había hablado. Incluso más de una vez. Flick, hombre metódico y de discurso claro, le habría explicado al navarro su papel en el esquema, su función en el nuevo Barça de presión alta, vértigo y amplitud. El alemán no es de los que improvisan promesas vacías.
Y sin embargo, a pesar de la buena sintonía, Nico y su agente, Félix Tainta, no tragaron con la fe sin contrato. La falta de garantías de inscripción, la inestabilidad económica y una operación que dependía más de deseos que de certezas… fueron demasiado. Ni los 62 millones por cláusula que el Barça decía tener (a crédito, por supuesto), ni los gestos de Deco o Laporta pudieron cambiar la balanza.
¿Un nuevo caso “Mbappé”?
La historia recuerda, con una sonrisa amarga, al sainete de Kylian Mbappé y el Real Madrid. Cuando todo parecía cerrado, el “sí” se convirtió en un portazo. El paralelismo no es exacto, pero el sabor es parecido: ilusión alimentada desde todos los flancos prensa, entorno, club y una decisión final que no responde a la lógica del mercado, sino a la del alma.
Y eso, en Barcelona, duele más que cualquier cláusula.
Hay que seguir
Para el Barça, esta negativa no es solo un revés deportivo. Es también una señal de alarma: ¿cuántos jugadores están dispuestos a arriesgar su carrera en medio de la incertidumbre financiera del club? ¿Cuántos están dispuestos a esperar por una inscripción que puede no llegar si no se venden piezas clave como Ter Stegen o Araujo?
Flick, que esperaba arrancar su etapa con una joya ofensiva, tendrá que mirar hacia otro lado. Nico no vendrá. Al menos no por ahora. En su lugar, le queda la tarea de rearmar un equipo al que el corazón, como a Nico, también le pesa.
Quizás más adelante vuelvan a cruzarse. El fútbol es circular y caprichoso. Pero por ahora, el alemán se queda con el proyecto… y sin su elegido.
