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Deco obliga a Nico Williams firmar sin garantías de inscripción

Este es factor que separa el acuerdo y que puede hacer que Félix Tainta no recomiende a Nico fichar por el Barcelona

En el Barça ya no se disimula. El nombre de Nico Williams vuelve a sonar en los despachos con la intensidad de los tambores en una noche de San Mamés. Y Deco, con voz serena pero intenciones ruidosas, ha dejado claro que el extremo del Athletic Club es un objetivo prioritario. “Si las circunstancias se dan, vamos a intentarlo”, confesó sin pestañear. El mensaje viaja directo a Bilbao: lo vamos a intentar, aunque duela.

La operación, sin embargo, no arrancó con una ofensiva azulgrana. Fue el propio representante de Nico quien reactivó el asunto. Llamó a Deco. Le calentó la oreja. Le recordó que el chico quiere jugar en el Camp Nou. Y entonces el club, que hasta ese momento tenía el foco puesto en fichar a Joan García (ex del Espanyol), volvió a sacar del cajón la carpeta marcada con tinta roja: “N. WILLIAMS”.

El contexto lo cambia todo. Esta vez no hay cortina de humo, ni alternativas disfrazadas de prioridad. Luis Díaz, sí, fue valorado. Pero el deseo de Nico, que sueña con compartir banda con su amigo Lamine Yamal, ha decantado la balanza. Y el Barça, como el cazador paciente que ve moverse a la presa, afina la puntería con una única bala: pagar la cláusula.

Laporta es un showman

Un precio incómodo, una voluntad decisiva

La cifra es pública y dolorosa: 58 millones de euros. No hay regate posible, ni negociación sentimental. El Athletic no vende: se defiende. La única vía es el pago íntegro de la cláusula. Y aunque el Barça no está precisamente para dispendios, la aplicación del artículo 100 de las Normas de Elaboración Presupuestaria de LaLiga (NEP) abre una puerta técnica: si se generan ingresos o ahorros, se puede inscribir.

Aquí entra el Excel y la ingeniería de despachos:

  • Por cada euro ahorrado con la salida de un jugador normal, se puede usar el 60%.
  • Si hablamos de plusvalías, solo un 20% es utilizable.
  • Pero si el club cataloga a Nico como jugador franquicia (más del 5% del coste total de la plantilla), los porcentajes aumentan al 70% y 35%, respectivamente.

Es la fina línea entre cumplir la ley y exprimirla.

Un fichaje que no será amistoso

El ambiente no invita a sonrisas. En Bilbao, la sola posibilidad de que Nico vista de azulgrana se vive como una traición estética y emocional. El mural vandalizado en Barakaldo, donde alguien borró su rostro junto al de su hermano Iñaki, es una metáfora perfecta del desconcierto que ha generado su posible salida. En euskera, se leía: “Te vayas o te quedes, has perdido el respeto”.

Deco ha intentado enfriar el romanticismo con realismo: “Que Nico y Lamine sean amigos está bien, pero esto no es un club de amigos. Aquí venimos a trabajar”. La frase tiene filo, y apunta en dos direcciones: una, para que el entorno no dramatice; otra, para que Nico no se equivoque.

Pero más allá de la diplomacia en ruedas de prensa, el mensaje es evidente: el Barça va en serio.

El Athletic: honor, cantera y orgullo herido

Si se consuma el fichaje, no será solo un refuerzo deportivo para el Barcelona. Será, sobre todo, un acto de guerra simbólica. El Athletic Club lleva más de un siglo construyendo un relato de pertenencia, orgullo y resistencia. Nico Williams no es solo un jugador: es el fruto de esa narrativa. Y si decide salir, no será fácil volver a casa con los brazos abiertos.

Lo que en otro equipo sería una baja sensible, en Bilbao es una herida estructural. Porque aquí, los jugadores no se fichan: se forjan. Por eso, si el chico de la banda izquierda decide cruzar la A-8 rumbo a Catalunya, no se hablará solo de dinero ni de minutos. Se hablará de ruptura. De identidad. Y de qué queda cuando un ídolo decide dejar de serlo.

La pelota, como siempre, está en el tejado. Pero esta vez, el tejado es de cristal.

EGD Barcelona