Fermín López brilló ante el Valencia con dos goles y reafirmó su compromiso con el Barcelona, pero su futuro como titular no está garantizado. La competencia en ataque y los planes de Hansi Flick podrían limitar sus minutos
El fútbol, como la vida, es cruel en sus paradojas, puedes marcar dos goles, recibir aplausos y, aun así, terminar sentado en un banquillo frío. Eso es lo que vive Fermín López, héroe efímero de la goleada del Barça frente al Valencia, convertido en símbolo de esa extraña ley culé que glorifica a los jóvenes mientras les recuerda que su lugar aún no está asegurado. El muchacho, que prefirió quedarse en el Camp Nou pese a los cantos de sirena del Chelsea, se aferra a la camiseta blaugrana como quien se agarra a un salvavidas en aguas turbulentas.
Su fidelidad, sin embargo, choca con la estrategia pragmática de Hansi Flick. El técnico alemán sonríe ante los goles del canterano, sí, pero ya tiene en su cabeza un tablero de ajedrez donde Dani Olmo y Lamine Yamal ocupan casillas prioritarias. La ironía es evidente: cuanto más brillan los ausentes en la memoria del míster, más se oscurece el futuro inmediato de Fermín. Y así, su permanencia en el once titular depende menos de sus méritos que de las lesiones de los demás.
Titular por necesidad: no por certeza
El partido contra el Valencia fue, para Fermín, una ventana abierta por accidente, las bajas en ataque le regalaron minutos y un escenario perfecto para mostrar su talento. Pero esas mismas ausencias son también un recordatorio de que su titularidad nació más del azar que de la convicción. Cuando Olmo y Yamal vuelvan a escena, el joven corre el riesgo de quedar relegado, como un actor secundario que brilla solo cuando la estrella principal se retrasa en llegar al teatro.
La situación se vuelve aún más punzante si se proyecta hacia 2026. Si Fermín sigue sumando minutos con cuentagotas, la idea de un traspaso dejará de ser una amenaza difusa para convertirse en una posibilidad real. Aquí la antítesis es inevitable, el chico que sueña con ser emblema del Barça podría acabar buscándose un lugar lejos de casa, no por falta de amor, sino por exceso de banquillo.
Entre la Liga y la Champions: la encrucijada de Flick
El triunfo ante el Valencia sirvió como bálsamo tras el empate contra el Rayo, recordando que este Barça aún es capaz de arrasar cuando encuentra la chispa. Fermín habló de intensidad, de humildad, de seguir caminando con paso firme, como si quisiera convencer al club y a sí mismo de que puede ser parte de algo más grande que una titularidad pasajera. Pero en un equipo que vive de resultados inmediatos, los discursos pesan menos que los esquemas tácticos de Flick.
La mirada ya está en la Champions, ese escenario donde la grandeza y la exigencia se confunden. El duelo ante el Newcastle pondrá a prueba no solo al colectivo, sino también la jerarquía que Flick quiere instaurar. ¿Tendrá Fermín un lugar en ese relato europeo o volverá a la discreta sombra del banquillo? La respuesta, como tantas veces en el Barça, dependerá menos de los goles pasados que de las decisiones de un entrenador que prefiere la seguridad de los veteranos a la imprevisibilidad de los jóvenes.