Un golpe directo al sistema arbitral y a quienes prefirieron mirar hacia otro lado
“Negreira Confidencial” no es un documental más. Es un misil contra la complacencia y una sacudida brutal al sistema que, durante años, eligió no ver. Lo que se cuenta aquí no necesita adornos: no hace falta pagar a un árbitro para corromper la competición. Basta con influir en el sistema. Y eso es lo que muestra con una claridad que incomoda.
Los autores de FútbolGate firman un trabajo impecable. Investigación, ritmo, pruebas y valentía. Sin maquillaje, sin miedo, sin servidumbres. Han hecho lo que nadie quiso hacer: levantar la alfombra.
El poder, el miedo y la obediencia
El documental arranca con una idea tan simple como devastadora: el control no estaba en los sobres, sino en los ascensos, los descensos y las designaciones. El miedo como método. La obediencia como norma.
El árbitro que se equivocaba a favor del Real Madrid, castigado. El que lo hacía a favor del Barça, premiado o protegido. Así funcionaba la jerarquía que enseñaba a “equivocarse bien”. Así se moldeaba la conciencia arbitral.
Hay nombres propios: Gracia Redondo, Mejuto González, Rodríguez Santiago, Clos Gómez, Teixeira Vitienes, De Burgos Bengoetxea. No es una teoría: es una lista. Y cada nombre pesa.
Las pruebas, la corrupción y el silencio mediático
El documental expone papeles, facturas, firmas, índices correctores rebautizados por los propios árbitros como índices corruptores y documentos intervenidos por la Guardia Civil, firmados por Enríquez Negreira.
La corrupción deportiva es un delito de mera actividad. No hace falta demostrar un resultado manipulado, basta con probar la intención de influir. Y eso, según lo mostrado, se hizo.
Pero el retrato va más allá. Señala también al entorno mediático: a los periodistas que callaron, a los que relativizaron, a los que prefirieron no mirar. Porque el silencio también corrompe.
“Negreira Confidencial” no es un cierre. Es el principio. Un aperitivo que anuncia lo que puede ser una revisión profunda del fútbol español. Si lo que viene mantiene este nivel, quizá el fútbol tenga que volver a mirarse al espejo. Y tal vez, por primera vez, no le guste lo que vea.
