Vladyslav Vanat debutó con gol en el Girona y confirma su fichaje histórico de 15 millones de euros, convirtiéndose en una de las grandes promesas del equipo para la temporada
El Girona vivió una de esas noches en que el fútbol parece un espejo deformado, esperas ver a un chico nervioso en su debut y, en cambio, aparece un delantero de 22 años que marca como si llevara toda la vida vestido de rojiblanco. Vladyslav Vanat necesitó apenas un gol para justificar los 15 millones de euros que el club desembolsó, cifra que se convirtió en la segunda más alta de su historia. El joven ucraniano, con un aire casi obstinado, se lanzó al campo como quien sabe que no puede fallar en el primer examen.
Ese tanto, tejido con un pase certero de Iván Martín y definido con una frialdad impropia de un recién llegado, fue más que un gol, fue la declaración de intenciones de un jugador que busca emular a Artem Dovbyk, el compatriota que abrió el camino y dejó la vara altísima. Ironías del destino, de tres ucranianos en la plantilla, solo Vanat pisó el césped en Balaídos; el portero Krapivtsov observaba desde el banquillo y Tsygankov continuaba su rehabilitación. La soledad, a veces, es también un privilegio.
Entre el brillo del debut y el desgaste del partido
El encuentro ante el Celta comenzó como un cuento de hadas para Vanat y terminó como una novela realista. Tras el gol inicial, el delantero tuvo otra ocasión clara en la segunda parte, un disparo desde un ángulo endiablado que el portero rival neutralizó con solvencia. Fue el recordatorio de que el fútbol no regala epílogos felices a la primera de cambio. Míchel, consciente de que la adaptación también se mide en minutos, decidió sustituirlo en el 66′ por Bryan Gil, protegiendo más al diamante que exprimiéndolo.
El Girona, sólido en defensa y atrevido en ataque, parecía tener el partido en el bolsillo. Pero el fútbol adora las antítesis, lo que era victoria segura terminó en empate en el tiempo añadido, gracias a un penalti transformado por Borja Iglesias. De la euforia al desencanto en cuestión de segundos, como una ola que rompe cuando ya parecía calma. El 1-1 dejó un sabor agridulce, aunque también una certeza: el equipo catalán tiene un delantero capaz de convertir la presión en oportunidad.
El horizonte inmediato: más que un simple partido
El siguiente capítulo para Vanat y el Girona se escribirá en Montilivi, el 20 de septiembre, ante el Levante. Será, sin duda, un escenario distinto: el calor de casa, la exigencia de una afición que ya ha visto debutar promesas y marchitar ilusiones. Allí, el delantero ucraniano tendrá que demostrar que lo suyo no fue una chispa fugaz, sino el inicio de un incendio controlado. ¿Podrá repetir el eco de Dovbyk y consolidarse como la nueva referencia ofensiva?
Porque si algo enseña el fútbol es que el gol inaugural es apenas un saludo; lo que realmente define a un atacante es la constancia, ese hábito de perforar redes como quien escribe su nombre en la arena cada fin de semana. Vanat tiene los recursos, la confianza y el respaldo económico que lo señalan. Ahora solo queda esperar si esos 15 millones se transforman en una inversión brillante o en una hipoteca emocional para el club. El balón, como siempre, es el juez más cruel y justo.