El Granada CF atraviesa un inicio de temporada complicado: sin victorias tras cuatro jornadas, José Pacheta está al borde del despido, mientras la directiva ya maneja un candidato destacado para tomar las riendas del equipo
El fútbol tiene la capacidad de reinventar la esperanza cada verano, y el Granada CF no fue la excepción. Tras el amargo descenso, el club se lanzó a construir un proyecto con sabor a redención, veteranos curtidos en la élite como Álex Sola, José Manuel Arnaiz, Rubén Alcaraz y Mohamed Bouldini se unieron a jóvenes promesas con más futuro que pasado Astrálaga, Faye, Pascual, Casadesús, Alemañ y Gagnidze en una plantilla diseñada para soñar. Era como ver a un arquitecto colocar ladrillos de mármol sobre unos cimientos aún húmedos, todo lucía sólido, aunque aún nadie sabía si aguantaría la tormenta.
El optimismo alcanzaba a la grada y al banquillo. Con José Rojo Pacheta, entrenador de currículo extenso y verbo entusiasta, el regreso a la élite parecía cuestión de paciencia y disciplina. En Los Cármenes se respiraba un aire de confianza, como si el camino de regreso a La Liga EA Sports estuviera trazado con tinta indeleble. Pero el fútbol, siempre cruel, se encargó de recordar que la tinta también se corre con el primer chaparrón.
La dura realidad y la paciencia que se agota
Cuatro jornadas bastaron para descomponer el guion. Un punto, tres derrotas y un equipo que parece buscarse a sí mismo en cada partido, así de rápido la ilusión inicial se convirtió en interrogante. Pacheta, otrora símbolo de garantías, ahora camina sobre un alambre invisible que se estrecha partido tras partido. El técnico que colecciona clubes en su historial (Villarreal, Valladolid, Elche, Huesca, Cartagena, Numancia, Oviedo) corre el riesgo de añadir otro nombre más a la lista, esta vez como despedida prematura.
La grada, que empezó entonando cánticos de esperanza, observa ahora con gesto agrio. No es ira, sino un silencio expectante que pesa más que los abucheos, la sensación de que cada derrota podría ser la última en la era Pacheta. El margen se acorta, y la directiva, entre la paciencia y la urgencia, ya estudia alternativas para evitar que la temporada se convierta en un calvario.
Pepe Mel: el candidato preferido
En este escenario incierto emerge un nombre que no necesita demasiadas presentaciones, Pepe Mel. Alejado de los banquillos desde su salida del Tenerife, el madrileño carga a sus espaldas una trayectoria tan variada como reconocible, Betis, Las Palmas, Málaga, Rayo Vallecano, incluso una aventura inglesa en el West Bromwich Albion. Su currículum es como un mapa de carreteras del fútbol español, extenso, sinuoso, pero siempre con destinos de peso.
Para el Granada, Mel no sería un salto al vacío sino un aterrizaje en terreno firme. Experiencia, oficio y una capacidad casi artesanal para ordenar equipos que parecen desorientados. El reto no lo asustaría; al contrario, dirigir a los nazaríes podría encender de nuevo en él la chispa competitiva. Mientras tanto, Pacheta espera el veredicto, consciente de que la cuerda floja no siempre lleva a un aplauso final, sino a la inevitable caída.