Pacheta llega a El Alcoraz con el Granada CF en crisis, enfrentando su peor racha en Segunda División. La histórica incapacidad del equipo nazarí para ganar en Huesca y los malos resultados ponen al técnico al borde del despido
Hay regresos que parecen homenajes y otros que suenan a juicio final. El de José Rojo Martín, “Pacheta”, pertenece al segundo grupo. En 2021 salió de El Alcoraz con el aura de un salvador, había conseguido mantener a la SD Huesca en la élite, con un estilo combativo y un discurso que calaba en la grada. Ahora vuelve al mismo escenario, pero vestido con los colores de un Granada CF que se arrastra en la tabla, último clasificado y con el agua al cuello.
Lo irónico es que el mismo estadio que le aplaudió por su carácter hoy puede convertirse en la tumba de su prestigio. El pasado se presenta como un espejo cruel, donde antes había épica, hoy se dibuja la sombra del fracaso. Pacheta regresa con la carga emocional de quien sabe que su carrera en este banquillo pende de un hilo tan fino como el alambre que separa la gloria del despido.
Una racha que duele como herida abierta
El Granada ha acumulado seis jornadas sin victoria, apenas dos puntos y una defensa que parece más una invitación a la fiesta rival que un muro de contención. En ataque, la irregularidad es la norma: destellos fugaces que se apagan demasiado rápido. No sorprende que Pacheta, con gesto adusto, se confesara ante los medios. “Esto me duele y me mata”. No era un lamento vacío, sino la radiografía exacta de un hombre que vive con el cronómetro de la paciencia agotándose.
El empate en Burgos fue un síntoma revelador, un primer tiempo que disgustó a su técnico y una segunda parte que apenas maquilló la mediocridad. Quedan “muchas cosas por hacer”, admitió él mismo. En el fútbol, esas “cosas” suelen ser victorias; de lo contrario, la dirección del club suele optar por el bisturí del despido. Y esa amenaza, silenciosa pero constante, se cierne sobre su figura.
El peso de la historia y el duelo emocional
Como si no bastara con la crisis deportiva, la historia añade una maldición que se vuelve protagonista, el Granada nunca ha ganado en El Alcoraz. Es un dato que se repite como un mantra incómodo, recordando a jugadores y aficionados que ese estadio se les resiste con la obstinación de una fortaleza medieval. Y ahora, en pleno momento de debilidad, volver a ese escenario parece una ironía casi cruel del destino.
El duelo no será solo un choque por tres puntos, sino un examen emocional, casi existencial. El Alcoraz enfrentará al Pacheta de ayer, enérgico y querido, contra el Pacheta de hoy, cuestionado y vulnerable. Y en ese contraste late la gran incógnita. ¿Será este reencuentro una redención inesperada o la estocada final a su etapa en Granada? El domingo, el fútbol dará su veredicto.
