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Mundialito de Clubes: el precio de las entradas se desploma

El Mundialito de Clubes, pensado como el gran aperitivo futbolístico antes del Mundial 2026, arranca con un dato que preocupa más que un gol en contra en el último minuto: las entradas no se venden

A solo cuatro días del pitido inicial, el Mundialito de Clubes se enfrenta a su primer fuera de juego emocional, un estadio casi vacío. Ni Messi, ni Suárez, ni el siempre cerebral Busquets parecen suficientes para llenar las butacas del Hard Rock Stadium. De las casi 65.000 disponibles, apenas 25.000 han sido vendidas. El debut de Inter de Miami frente al Al Ahly, lejos de ser una cita inolvidable, amenaza con ser un concierto sin público, una ópera con telón abierto pero sin aplausos.

La FIFA, siempre tan previsora en sus discursos, no vio venir este gol en contra. En una maniobra de urgencia digna del más osado de los entrenadores, ha decidido aplicar descuentos del 84%. Una entrada que ayer costaba lo mismo que un pasaje a Europa, hoy vale lo que una pizza familiar. Pero incluso así, las gradas siguen rumiando su vacío. El fútbol espectáculo ha tropezado con una verdad incómoda, sin pasión, ni el mejor marketing puede llenar el alma de un estadio.

Mundial de Clubes
La FIFA ha aplicado al menos tres ajustes importantes

Rebajas como dribling desesperado

Desde diciembre, los precios han caído como fichas de dominó. Lo que comenzó como un privilegio para billeteras gordas 306 euros por ver a Messi caminar por la banda, terminó en una liquidación que haría sonrojar al Black Friday. Entradas que costaban 725 euros hoy se ofrecen por 260; otras, por 50. La FIFA implementó su ‘sistema dinámico’, pero la demanda se ha mostrado más estática que una defensa mal colocada.

Y sin embargo, el público sigue esquivo. Las gradas altas, medias y bajas continúan acumulando silencio. El Mundialito, que aspiraba a ser vitrina global, parece condenado a ser un showroom con luces encendidas y nadie mirando. Estados Unidos, el país donde el fútbol aún pelea por su lugar entre el béisbol y el brunch del domingo, no parece especialmente interesado. El sueño de globalizar la pasión se encuentra, por ahora, con una pesadilla logística, entusiasmo de baja intensidad y butacas de sobra.

Pasaportes, prejuicios y el ensayo general

Pero no todo es cuestión de números. En la sombra del desplome también se asoman otros fantasmas. Las barreras migratorias, todavía vestidas con el traje de la era Trump, han sembrado dudas entre los hinchas extranjeros. Brasileños, argentinos y mexicanos, motores tradicionales del fervor futbolero, temen quedarse fuera del estadio y del país. ¿Quién se arriesga a comprar una entrada sin saber si le sellarán el pasaporte?

El Mundialito no es solo un torneo, es la antesala del Mundial 2026. Una especie de ensayo general con luces, cámaras y tropiezos. Las cifras son claras, se esperan 5,5 millones de visitantes dentro de un año y medio. Pero si hoy no se llenan ni los estadios pequeños, ¿cómo se llenará la monumental puesta en escena de 2026? Por ahora, el fútbol global vive una paradoja digna de su tiempo, tiene más alcance que nunca, pero menos cuerpo en las gradas. Como si gritáramos gol en el vacío.