La llegada de Xabi Alonso ha cambiado normas, rutinas y jerarquías internas del Real Madrid para devolver disciplina y control a un vestuario con mucho poder
El aterrizaje de Xabi Alonso en el Real Madrid ha modificado el ecosistema de Valdebebas. Donde Carlo Ancelotti delegaba, Alonso decide; donde antes había espacio para la improvisación, ahora solo hay norma. Entrenamientos más cerrados, accesos controlados y menos presencia de externos dibujan un club más rígido.
El control interno provoca tensiones pero sostiene un plan de juego fiable
La disciplina también cruza la puerta del vestuario. En un equipo repleto de figuras, aplicar mano dura tiene consecuencias. El episodio con Vinicius tras el Clásico fue la primera señal pública de un choque entre autoridad y talento. Alonso no cede: si hay que elegir entre jerarquía o orden táctico, siempre elige orden.
Sus resultados sostienen el discurso. Doce victorias en trece partidos oficiales, treinta goles a favor y apenas once en contra. El Madrid ya no es brillante, pero sí más sólido.
• Prioriza estructura sobre improvisación
• Minimiza riesgos defensivos
• Exige disciplina táctica permanente
A la grada le importa el resultado. Mientras el equipo gane, todo se justifica. Pero esa firmeza tiene un coste: estrellas acostumbradas a una gestión más flexible viven ahora bajo un modelo que no perdona distracciones.
Alonso libra otra batalla fuera del césped: silencio, control y menos filtraciones
El técnico quiere blindar el vestuario ante un entorno mediático que nunca concede tregua. Controla discursos, evita filtraciones y prefiere mensajes cortos antes que polémicas.
No fue contratado para agradar, sino para transformar lo que el club veía desgastado. Si el vestuario compra su idea, el proyecto será duradero. Si no, el ruido crecerá.
Hoy su plan funciona. Mañana dependerá de cuánto estén dispuestos a ceder los futbolistas… y cuánto está dispuesto a resistir él.
