El Athletic se queda sin piernas otra vez: un problema de lesiones que nació hace meses y ahora pasa factura en pleno sueño europeo

El Athletic Club arrastra un desgaste físico brutal desde la pasada temporada, sin recambios y con titulares obligados a jugarlo absolutamente todo

Hay historias que no empiezan cuando parece, y esta la de las lesiones, los parches, los “no llegamos” no comenzó ahora. Empezó hace meses. En realidad, empezó cuando el Athletic Club llegó al final de la temporada pasada fundido, exhausto, con la lengua fuera y pidiendo la hora en casi cada partido. Lo de ahora no es un accidente: es una factura atrasada.

¿Quién no recuerda aquel tramo final? Fue casi un circo de los horrores. Futbolistas cayendo como fichas de dominó. Lesiones en cadena. Gente jugando infiltrada. La sangría de Old Trafford está aún en la memoria de todo el mundo: Nico Williams, Iñaki Williams, Oihan Sancet… todos a la vez. No era mala suerte. Era la consecuencia inevitable de una plantilla demasiado corta, sin fondo de armario y con titulares obligados a vivir al límite todas las semanas.

Y, claro, cuando lo juegas TODO, el cuerpo termina pasando factura. Da igual quién seas. Da igual lo fuerte que estés.

El banquillo del Athletic Club no ofrece rotaciones fiables, los titulares no descansan y el riesgo de lesión se dispara sin remedio

No se trata solo de correr. Se trata de repetir esfuerzos. Se trata de competir en LaLiga y en Europa cada tres días. Y el Athletic llegó ahí sin rotación real. No porque Valverde no quiera rotar, sino porque cuando mira hacia el banquillo, muchas veces no ve opciones que den la misma seguridad.

Había futbolistas marcados por el runrún de San Mamés, jugadores que la afición ya miraba con lupa y que el entrenador dudaba en lanzar a un partido caliente. Resultado: los mismos de siempre, siempre jugando. Y cuando en fútbol alguien siempre juega… siempre acaba roto.

Que nadie se engañe: cuando decimos que ciertos jugadores “lo juegan todo” no es una metáfora. Lo juegan TODO de verdad. Y eso, en un club que exige intensidad alta, presión, transiciones, duelos constantes, es gasolina mojada. antes o después, explota.

Por eso ahora vemos piernas que pesan, jugadores tocados, lesiones musculares, recaídas y miedo cada vez que alguien se tira al suelo. No es casualidad. Es desgaste acumulado.

No es un problema de profesionalidad: es un error de planificación física y deportiva que ahora amenaza con romper la temporada

Aquí viene lo delicado: Luis Prieto es un muy buen preparador físico. Nadie duda de eso. El cuerpo técnico lo avala, el vestuario lo respeta, y su trabajo previo lo confirma. Pero la exigencia actual es otra cosa. Es otro planeta. Y ahí sí aparece el problema.

Prieto se encontró con un marrón imposible: una plantilla corta, un calendario infinito y un equipo que compite en dos frentes de máximo nivel. Es como pedirle a un mecánico experto que gane una carrera con un coche sin ruedas de repuesto. Por muy bueno que sea, no llega.

¿Había opciones mejores? Probablemente sí. ¿Ha sido un error de cálculo? Probablemente también. Porque nadie creyó que la plantilla llegaría en tan mal estado al otoño. Y ahora vienen curvas. Grandes.

Hay nombres concretos que preocupan. Mikel Jauregizar lo juega todo, absolutamente todo, en un rol físico que exige más pulmones que piernas. Y eso, si no se corta a tiempo, termina donde termina siempre: lesión. Ya lo vimos con Iñaki Williams, que pasó de ser indestructible a caer con una lesión severa en el aductor. ¿Por qué? Porque LO JUGABA TODO. No hay músculo en el mundo que aguante eso sin descanso.

Y que quede claro: no es culpa de Ernesto Valverde, no es culpa de los jugadores, no es culpa de Luis (por Iñaki). Es un problema estructural, acumulado, previsible y solucionable… pero no en noviembre.

El Athletic está pagando la osadía de competir como un gigante con una rotación de equipo pequeño. Y el miedo es que la temporada, que prometía grandeza, termine siendo una carrera de supervivencia.