Un entrenador desbordado y sin conexión con el grupo
El Valencia se va al parón con una sensación inquietante: los jugadores ya no creen en Carlos Corberán. La derrota ante el Girona confirmó lo que se viene gestando desde hace semanas: el mensaje del técnico ha perdido fuerza. En la banda, el entrenador se mostró tenso, superado, incapaz de reactivar a un equipo que ya no responde.
Falta de energía y señales de ruptura interna
El equipo jugó sin alma. Solo Danjuma y Diego López mantuvieron la intensidad, mientras el resto se hundía en la apatía. Los gestos en el campo caras largas, protestas y desconexión delatan un vestuario que se siente perdido. Corberán intenta corregir, pero los futbolistas parecen no escuchar.
Mestalla percibe el mismo guion que con Baraja
En el entorno ya se habla de “síndrome Baraja”: un entrenador que empezó con ilusión y terminó sin crédito dentro del vestuario. La plantilla, sin convicción ni confianza, transmite una sensación de fin de ciclo anticipado. El parón llega como salvavidas… o como antesala del caos.