La continuidad de Braulio Vázquez en Osasuna parece encaminada. El director deportivo y la junta directiva comparten la voluntad de prolongar su vínculo, y en los próximos días se celebrará una reunión clave para cerrar su renovación
En el mundo del fútbol, donde los proyectos duran menos que un verano lluvioso en el norte de España, el caso de Braulio Vázquez en Osasuna parece casi un milagro. No es exagerado decirlo, su novena temporada al frente de la dirección deportiva rojilla constituye un récord de permanencia en un deporte que celebra las rupturas con la misma pasión con que finge abrazar la estabilidad. La continuidad, aquí, se convierte en un acto de rebeldía.
Lo curioso es que esta longevidad no nació de un pacto con el destino, sino de una sintonía poco habitual entre club y dirigente. Braulio, coruñés de carácter firme, ha encontrado en Pamplona un refugio donde su palabra pesa más que los caprichos del mercado. En un escenario donde la paciencia suele agotarse antes de que florezcan los proyectos. Él ha demostrado que, a veces, resistir es la forma más contundente de innovar.
Respaldo presidencial y el arte de la confianza
El presidente Luis Sabalza ha sido claro, quiere a Braulio en el banquillo de las decisiones, y lo quiere más allá de 2025. No lo dice con grandilocuencia ni con promesas teatrales. Sino con esa serena convicción que solo acompaña a quienes entienden que la lealtad, en fútbol, es una especie en extinción. Y lo cierto es que, bajo su gestión, esa relación se ha consolidado como una alianza de mutuo beneficio, con la estabilidad como bandera.
El propio Braulio tampoco esconde su comodidad. “Aquí me dejan hacer”, ha confesado con un guiño que sintetiza lo esencial, autonomía. Esa libertad, que en otros clubes se sofoca con presiones presidenciales y llamadas inoportunas, en Osasuna se convierte en su combustible. No es casualidad que rechazara ofertas de equipos con mayor presupuesto, como el Sevilla, para seguir siendo el arquitecto de un proyecto que le reconoce y le respeta.
Un proyecto con raíces y futuro
Braulio no trabaja solo, junto a su mano derecha, José Antonio “Cata” Prieto, ha tejido un plan deportivo que se mueve entre la austeridad y la audacia. Con un presupuesto limitado, el club ha aprendido a fichar con bisturí en lugar de con chequera, a renovar con inteligencia y a apostar por entrenadores que encajan con la identidad rojilla. Cada movimiento ha sido menos un golpe de suerte que un ejercicio de paciencia y método.
El resultado es evidente, Osasuna se ha instalado en la élite, con una estabilidad que suena casi provocadora frente a la volatilidad del resto. Lo fascinante no es solo el presente, sino la sensación de que este proyecto todavía guarda capítulos por escribir. En un fútbol que devora a sus protagonistas con prisa, Braulio y Osasuna parecen empeñados en demostrar que la fidelidad ese concepto tan pasado de moda todavía puede ser revolucionaria.