Ventas millonarias para financiar otro gasto desorbitado
Rúben Amorim ha comenzado su etapa en el Manchester United con el hacha en la mano. El técnico portugués quiere deshacerse de seis jugadores clave este verano para recaudar unos 200 millones de euros que le permitan fichar a Matheus Cunha y Victor Osimhen. Una cifra descomunal que suena a viejo error en Old Trafford: vender mal y comprar caro.
Los nombres que figuran en la lista de salidas no sorprenden demasiado: Sancho, Rashford, Antony, Malacia, Casemiro y Garnacho. Cuatro ya están cedidos y los otros dos, si bien tienen cierto valor de mercado, arrastran contratos pesados y un contexto que dificulta su salida. En especial Rashford, cuyo rendimiento ha caído en picado mientras su ficha sigue disparada.
Vender barato, gastar caro: el eterno problema del United
El plan de Amorim parece lógico sobre el papel: liberar masa salarial, hacer caja y construir un equipo más competitivo. Pero hay un problema evidente: el Manchester United nunca ha sabido vender. Las cifras de valor estimado de los jugadores (ETV) se quedan en papel mojado si nadie paga lo que se pide.
Rashford, por ejemplo, tiene una cláusula de compra en el Aston Villa por solo 47 millones, muy por debajo de su ETV de casi 59 millones. Lo mismo ocurre con Sancho, que podría terminar en el Chelsea a precio de saldo. ¿Y Garnacho? Si bien es una de las joyas del club, también se rumorea que su salida está sobre la mesa por razones financieras.
El verdadero problema de fondo es el mismo de siempre: la mala planificación deportiva y económica del club. Los altos salarios convierten a los jugadores del United en imposibles para la mayoría de clubes, que no pueden asumir su coste ni siquiera ofreciendo un traspaso ajustado.
Una operación de riesgo que puede acabar en desastre
Si el United no logra vender bien, el ambicioso proyecto de Amorim podría naufragar antes de empezar. La necesidad de ingresos choca con la falta de compradores dispuestos a asumir los errores del pasado. Y mientras tanto, los nombres de Cunha y Osimhen cuelgan como promesas de un futuro brillante que aún no tiene cimientos sólidos.
