Jorge Salinas, lateral del Racing e internacional Sub-19, rechazó una oferta millonaria de Arabia Saudí y reafirmó su compromiso de crecer en el club cántabro
El Racing de Santander, acostumbrado a vivir con el corazón en la garganta, estuvo a punto de perder a uno de sus tesoros más preciados por un cheque con demasiados ceros. Desde Arabia Saudí llegó una oferta de 4 millones de euros por Jorge Salinas, lateral zurdo, internacional sub-19 y con apenas 18 años. Un contrato que prometía multiplicar su sueldo por treinta. Treinta, una cifra tan obscena que parece más un error tipográfico que una propuesta futbolística.
Sin embargo, contra la lógica del mercado y la tentación de la riqueza inmediata, el joven decidió quedarse en casa. Sí, en esa misma tierra donde los cánticos de El Sardinero aún suenan más sinceros que las cláusulas millonarias. La paradoja es evidente, mientras los petrodólares prometían solucionar la vida de varias generaciones, Salinas optó por quedarse en el club que le dio la primera camiseta con su nombre. Una decisión que suena a anacronismo o quizá a heroísmo.
Entre promesas doradas y raíces firmes
El agente del futbolista, Jesús Merino, confirmó que la oferta llegó en el último suspiro del mercado, el 31 de agosto. El propio representante reconoció que la propuesta desató nerviosismo en el entorno familiar. Era, en sus palabras, un contrato capaz de asegurar el futuro no sólo de Salinas, sino de su apellido entero. Y, sin embargo, la hoja de ruta nunca se movió, crecer en el Racing. Una terquedad que, en estos tiempos líquidos, se confunde con virtud.
El relato incluyó incluso la voz de la madre del jugador, que preguntó a Merino qué haría él en el lugar de su hijo. La respuesta fue clara, la familia eligió Santander. Ironías del destino, en un fútbol que compra y vende lealtades como si fueran cromos, aquí se impuso un argumento mucho más primitivo y difícil de medir: el corazón.
El canterano que se volvió indispensable
Chema Aragón, director deportivo del club, sabía que el riesgo era real, el mercado saudí seguía abierto, la tentación podía durar semanas. Pero la decisión de Salinas disipó toda incertidumbre. El contrato firmado hasta 2029, pensado inicialmente como blindaje simbólico para un canterano, hoy se ha convertido en la muralla que protege a uno de los jugadores más prometedores del primer equipo.
En apenas un año, “Sali” se ha hecho dueño del carril izquierdo, figura en la prelista de la Sub-21 y sueña con devolver al Racing a Primera. Con 1,83 metros y un juego aéreo que impone respeto, ha demostrado que la madurez futbolística puede aparecer mucho antes que las arrugas. Y mientras otros jóvenes se deslumbren con promesas doradas, él ha preferido seguir construyendo su historia donde empezó: en un club que, de repente, parece más rico que nunca.