El estado físico de Luiz Felipe obliga al Rayo a buscar soluciones en el mercado

El Rayo Vallecano enfrenta un nuevo contratiempo tras su derrota en Pamplona: la lesión de Luiz Felipe, un central clave cuyo historial de problemas musculares vuelve a generar preocupación en Vallecas

El fútbol suele ser despiadado con los románticos, y el Rayo Vallecano lo comprobó en El Sadar, un escenario que para ellos se parece más a una penitenciaría que a un estadio, no ganan allí desde 2003. La derrota 2-0 frente a Osasuna ya era un trago amargo, pero la noche se volvió dramática cuando Luiz Felipe, el flamante central brasileño, apenas sobrevivió nueve minutos antes de rendirse a su propio cuerpo. Un sprint, un pinchazo, y de inmediato la señal inequívoca. “No puedo más”. Ironías del destino, su marcha abrió paso al debut de un jovencísimo Jozhua Vertrouwd, que ingresó en LaLiga en un contexto donde lo menos importante era su bautizo.

El drama no residía en la pizarra táctica, sino en el rostro apagado del jugador carioca. Allí, en esa expresión, estaba escrito el verdadero marcador de la noche, un 1-0 invisible que el músculo le anotaba a la voluntad. Y como sucede en estas historias, la estadística se torna cruel; el recuerdo de las derrotas deportivas pasa rápido, pero las lesiones, esas sí, se enquistan en la memoria y marcan trayectorias enteras.

Un historial que no deja de pesar

En la sala de prensa, el técnico Íñigo Pérez intentó revestir de serenidad lo que era pura inquietud. Con tono prudente, recordó que no es médico, pero dejó caer esa sentencia que suena a condena. “La típica lesión estándar de 3 a 6 semanas”. Un plazo que en el fútbol puede ser tan largo como un invierno en Siberia, sobre todo cuando la defensa ya cojea. Sus palabras fueron una mezcla de resignación y esperanza, aunque lo verdaderamente alarmante no es el presente, sino la sombra del pasado que acompaña a Luiz Felipe.

El historial reciente del central se asemeja a una novela de repeticiones dolorosas. En Arabia, con el Al-Ittihad, 22 millones de euros se esfumaron en tratamientos médicos y ausencias, hasta 18 partidos fuera por problemas musculares. Ni el calor del desierto logró templar la fragilidad de sus fibras. Su aventura francesa tampoco cambió el guion, apenas 121 minutos con el Olympique de Marsella antes de volver al exilio deportivo. Una carrera que prometía firmeza se ha convertido en una coreografía de interrupciones.

Rayo Vallecano
El central brasileño apenas aguantó nueve minutos en el césped antes de detenerse en un esprint

El presente como reto y encrucijada

A sus 28 años, Luiz Felipe había encontrado en Vallecas algo parecido a un refugio. En las primeras cuatro jornadas se ganó un lugar en la zaga, demostrando que aún había músculo para sostener el sueño de continuidad. Pero como esas velas que se apagan justo cuando parecen avivar la llama, volvió a sentir molestias frente al Girona y dejó la cancha antes de tiempo contra el Barcelona. Su cuerpo, más que rival, se está convirtiendo en enemigo íntimo.

El Rayo, ahora, mira al horizonte con la incómoda sensación de tener que elegir entre dos males, confiar en que su central recupere estabilidad o acudir al mercado en busca de un sustituto que garantice fiabilidad. La paradoja es brutal, un jugador que fue fichado para dar solidez se ha convertido en el origen de la incertidumbre. Y en el fútbol, como en la vida, pocas veces hay tiempo para esperar a que el destino se recupere.