En 2025, el fútbol deja de ser solo pasión y se convierte en una operación bursátil. El nuevo Mundial de Clubes reparte gloria y billetes. Real Madrid y Atlético no solo pelean por la cima, sino por un botín digno de Wall Street
No hay gloria más cara que la que promete la FIFA. El nuevo Mundial de Clubes 2025 no es solo un torneo, es una subasta de prestigio con billetes numerados. El Real Madrid y el Atlético no solo jugarán por la corona planetaria, sino por una lluvia dorada que haría sonrojar a algunos jeques, hasta 100 millones de euros pueden caer del cielo, o más bien de los despachos de Zúrich. En este certamen, participar ya engorda las arcas como si se hubiese ganado una Champions, pero ganar, ganar es entrar en la aristocracia económica del fútbol moderno.
El Real Madrid, fiel a su espíritu imperial, afronta esta cita con la obligación casi genética de vencer. No hacerlo sería, en términos blancos, poco menos que una crisis diplomática. Pero la ironía es dulce, el torneo que premia con más dinero que muchos títulos europeos apenas ha comenzado a existir. Un trofeo aún virgen, con valor sentimental dudoso pero con cifras que harían resucitar al Bernabéu del siglo XX. Así es el nuevo fútbol, el romanticismo se mide en millones, y los héroes viajan en aviones privados.

El Real Madrid: entre la tradición de ganar y la tentación de facturar
El grupo del Madrid es una mezcla exótica de amenaza y anécdota, Pachuca, Al Hilal y Salzburgo. Tres rivales que, en el papel, deberían ser meros teloneros del espectáculo blanco pero ya se sabe que en la era del fútbol globalizado, los sustos vienen en jets privados y con técnicos hipermotivados. Cada victoria vale dos millones. Es decir, más que muchas plantillas enteras de media tabla europea. No solo se trata de ganar, sino de hacerlo con avaricia metódica: sumar millones como quien recolecta trofeos.
Y si Florentino Pérez alguna vez soñó con una Superliga, aquí tiene un anticipo envuelto en lazos dorados, 38 millones por presentarse, 13 más por llegar a cuartos. Es decir, 51 millones sin ni siquiera asomarse al dramatismo de una semifinal. Todo esto, claro, antes de contar los ingresos colaterales por patrocinadores y derechos de imagen. El Mundial no solo es una batalla deportiva, sino un showroom de poder económico. Y en eso, el Madrid no necesita introducción.
Atlético de Madrid: el arte de soñar caro sin perder la compostura
En el otro lado del espejo, el Atlético de Madrid representa ese papel que Hollywood ama, el del outsider terco que, a base de sudor y mandíbula apretada, quiere llevarse el botín. No parte como favorito, no tiene el pedigrí galáctico del vecino, pero sí una sed de revancha histórica y una motivación financiera que haría hablar hasta a Simeone en verso. Hasta 100 millones están en juego para quien logre la hazaña. Y el Atleti, que suele convertir cada desafío en cruzada, sabe que ganar este torneo no sería solo hacer historia, sino blindar el futuro.
Perder también paga, pero con menos poesía, 30 millones por ser subcampeón. Una cifra igualmente grotesca si se compara con ingresos de temporadas completas en la Liga. El Mundial de Clubes 2025, entonces, no es solo un torneo. Es un espejo distorsionado donde el éxito se mide en ceros, y donde dos equipos españoles jugarán una partida donde la pelota pesa tanto como una cartera. Una batalla de prestigio con contabilidad de guerra.