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Petición de cárcel a Raul Asencio

Raúl Asencio, jugador del Real Madrid, se enfrenta a una grave acusación judicial por su presunta implicación en la difusión de un vídeo sexual en el que aparece una menor

En los márgenes más oscuros del fútbol, donde la fama juvenil se cruza con la irresponsabilidad digital, el caso de Raúl Asencio se convierte en un espejo incómodo de nuestro tiempo. No es tanto la acción como la omisión lo que lo sitúa ante un tribunal, no grabó el vídeo, pero sí lo pidió, lo recibió y según el juez lo mostró. Como quien juega con fuego en un bosque seco, su gesto aparentemente leve podría desatar consecuencias devastadoras. Y es que, en la era del click fácil, la culpabilidad también puede viajar en formato MP4.

La petición de la acusación particular no escatima en cifras ni en gravedad, cuatro años de prisión, más de 100.000 euros en indemnizaciones, y una vergüenza que no se borra con una disculpa pública. La joven afectada, menor de edad en el momento de los hechos, ha reclamado una reparación acorde al daño ese que no se mide en goles ni contratos, sino en noches sin sueño y autoestima rota. Ironías de la vida, un futbolista que nunca llegó a destacar por su juego, hoy aparece en titulares por un pase tan breve como atroz.

Raúl Asencio
No he participado en ningún comportamiento atentatorio contra la libertad sexual de ninguna mujer, y mucho menos de menores de edad

Cantera y condena: de promesas deportivas a imputados judiciales

La historia no termina en Asencio. Junto a él, tres exjugadores de la cantera del Real Madrid ese vivero de sueños blancos y egos prematuros también enfrentan acusaciones. Juan Rodríguez, Ferrán Ruiz y Andrés García forman parte de esta causa que sacude el subsuelo ético del deporte español. Lo que prometía ser una generación de talento ha derivado, para algunos, en una lección judicial de límites. Porque el problema no fue solo el vídeo, sino el silencio cómplice, la risa fácil, la cadena invisible de validaciones masculinas.

El procedimiento judicial ya se mueve en firme por los pasillos del Juzgado número 3 de San Bartolomé de Tirajana, en Gran Canaria. Allí, donde el sol brilla más que la ley mediática, se ventilan verdades incómodas, que la adolescencia no es excusa y que la fama no exonera. Mientras algunos siguen creyendo que lo íntimo compartido en grupo es apenas una travesura, la Justicia empieza a decir lo contrario. A veces, el mayor delito es no haber dicho “esto está mal”.

Inocencia declarada: juicio pendiente

Raúl Asencio, por su parte, ha salido al paso con un comunicado donde proclama su inocencia con la firmeza de quien quiere salvar algo más que su reputación, su carrera, su futuro, su versión de los hechos. Dice no haber atentado contra la libertad sexual de nadie, y menos de una menor. Pero el papel no absuelve, y el relato propio pesa menos cuando la narrativa judicial ya ha comenzado a escribirse con tinta fría y pruebas digitales.

Aquí se abre otra pregunta, tan jurídica como moral, ¿puede un gesto breve, una curiosidad malsana, una muestra casual, valer años de cárcel? La ley, que a veces tarda pero no olvida, responderá. Mientras tanto, lo que parecía una anécdota en un vestuario ha terminado como símbolo de algo mayor, la banalización del consentimiento, el olvido de lo íntimo y la peligrosa tendencia a confundir complicidad con camaradería. Porque ver no es inocente. Y compartir, en este caso, tampoco.

EGD Real Madrid