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Xabi Alonso saca el látigo para identificar a los débiles

Xabi Alonso y el Real Madrid: comienza la era del látigo de terciopelo

En Valdebebas ya no se respira el mismo aire. O mejor dicho: sí, se respira, pero con dificultad. El oxígeno es más caro desde que Xabi Alonso ha puesto un pie en el césped. Llegó puntual como un reloj suizo a las siete de la mañana y con una idea fija que suena a advertencia y mantra al mismo tiempo: aquí se acabó la comodidad. El técnico vasco ha empezado su etapa como entrenador del Real Madrid no con una revolución, sino con un endurecimiento silencioso, casi marcial, que recuerda a esos entrenadores de vieja escuela, aunque con pinta de gentleman contemporáneo.

El mensaje es claro: aquí no sobra nadie, pero tampoco se regala nada. El que no corra, vuela… pero fuera.

De Ancelotti a Alonso: del abrazo al azote

Comparar a Xabi Alonso con Carlo Ancelotti es como comparar un té verde con una copa de Barolo. Uno revitaliza; el otro adormece con elegancia. El italiano convirtió Valdebebas en un balneario táctico donde el talento natural reinaba, siempre bien barnizado con confianza paternal. El vasco, en cambio, ha traído algo más cercano al campo de entrenamiento espartano: balón, sí, pero también táctica extenuante, presión sin balón, sprint tras sprint. Como si cada sesión fuera una réplica comprimida del Mundial de Clubes que asoma ya en el horizonte.

Y todo esto bajo el sol abrasador de Madrid. Porque no hay clemencia ni climatológica ni futbolística. Los jugadores acaban los entrenamientos como si salieran de una sauna táctica, pero Xabi sonríe. Es el precio del cambio.

Xabi Alonso
Xabi Alonso

El caso Vinicius: movilidad o marginalidad

Uno de los nombres que revolotean en este nuevo orden es Vinicius Jr. El brasileño ha sido arte y también caos, capaz de arrancar aplausos y reproches en la misma jugada. Su talento no se discute, pero su actitud sin balón sí. Y ahí es donde entra la antítesis: en el fútbol de Xabi, no correr es no jugar. Así de simple.

No es un castigo. Es un principio.

Vinicius, que se incorporará en la gira americana, tendrá que adaptarse a una nueva lógica: menos dribling decorativo, más desplazamiento funcional. No se le exige que deje de ser Vinicius, pero sí que empiece a parecerse a un jugador de equipo. En este Madrid, el desequilibrio será táctico, no sólo individual.

Un vestuario en shock (y en forma)

Los primeros días han sido un baño de realidad para los futbolistas. Más intensidad, más carga física, más exigencia táctica. Xabi Alonso no sólo quiere un equipo que sepa a lo que juega; quiere un equipo que se mate por jugar a eso. Como en los viejos tiempos de Liverpool, de Múnich, de San Sebastián. Donde el respeto se gana entrenando como si el siguiente partido fuera una final.

Porque, de hecho, lo será: el primer título se juega ya en semanas. No hay margen para la adaptación, ni para la nostalgia de la era Ancelotti. Este Real Madrid está bajo un nuevo régimen: el de la meritocracia física, táctica y emocional.

En realidad, Xabi Alonso no grita. No necesita hacerlo. Su liderazgo no se construye a voces, sino con la convicción tranquila del que ya ha jugado todas las guerras y ha aprendido que el talento sin método es solo una promesa rota. Por eso sus entrenamientos no son un espectáculo para Instagram. Son una declaración de intenciones.

La era Alonso no se anuncia, se siente. Y en el Real Madrid, el sudor ya se ha convertido en la nueva lengua oficial.

Vinicius Jr