El campeón llega cojeando, pero con la corona bien sujeta. La Real Sociedad, sin nada que perder, busca salvar la honra en territorio hostil. Un cierre de temporada sin premio, pero con orgullo en juego
El Santiago Bernabéu recibe este sábado 24 de mayo un duelo que, en apariencia, no decide nada. Pero el fútbol como las buenas novelas nunca se trata solo de lo que se cuenta, sino de lo que se insinúa. El Real Madrid, campeón con más orgullo que piernas, enfrentará a una Real Sociedad que ha transitado la temporada como quien sube una cuesta sin saber si arriba hay una cima o un muro. La clasificación no cambiará, pero los discursos sí, terminar con estilo es tan importante como empezar con ambición.
Las cifras no mienten, aunque a veces exageran. El Madrid, con 81 puntos, ha jugado una Liga que parecía de otro siglo, dominada a lo antiguo, con autoridad, recursos y un fondo de armario digno de ópera. La Real, con 46 unidades, ha oscilado entre lo prometedor y lo frustrante, un equipo con alma de orquesta sinfónica pero ejecutando como banda de garage. El contraste en los pases (22.018 vs 16.547) parece más un duelo entre dos estilos de vida que entre dos equipos de fútbol.

Juventud merengue contra rutina txuri-urdin
Ancelotti, maestro del equilibrio imposible, alinea una especie de laboratorio táctico disfrazado de once titular. Lunin repetirá bajo palos, escoltado por una defensa tan improvisada como valiente. Fran García, Jacobo Ramón, Vallejo y un Valverde que lo mismo ordena que apaga incendios. En el medio, Tchouaméni será el ancla, Modrić la brújula, y Güler ese jugador que aún huele a futuro. Arriba, el dúo Endrick–Mbappé mezcla el vértigo del mañana con el mito aún no escrito.
Enfrente, Imanol Alguacil opta por lo conocido. Un 4-2-3-1 que funciona como un mantra, seguridad atrás con Elustondo y Zubeldia, músculo en la medular con Zubimendi y Brais, y talento en las bandas con Kubo y Barrenetxea. Oyarzabal, siempre presente aunque a veces invisible, será la punta de lanza. El once de la Real no sorprende, pero tampoco falla en el papel. La pregunta es si será suficiente para desnivelar una balanza que, aunque simbólica, pesa como el pasado.
El parte médico del campeón y la salud del orgullo
La enfermería del Real Madrid parece un hospital de campaña en plena retirada gloriosa. Vinícius, Rodrygo, Carvajal, Camavinga, Militao, Alaba, y la lista suena más a alineación de gala que a bajas médicas. Y sin embargo, ahí están, todos fuera. A eso se suma la sanción de Bellingham, una baja que no se ve pero se siente, como el hueco que deja un viejo capitán en la cubierta del barco. La temporada ha sido tan exigente como exitosa, y las heridas son la firma de su autenticidad.
La Real Sociedad, por contraste, llega más entera aunque igual de insatisfecha. Sus ausencias Aguerd, Becker, Óskarsson no pesan tanto en el juego como en la rotación. A nivel disciplinario, los números son casi poéticos, 85 amarillas frente a 58 del Madrid, pero la diferencia no está en las tarjetas, sino en el tipo de batalla que cada equipo ha librado. El Madrid ha jugado como quien defiende una fortaleza sitiada; la Real, como quien deambula buscando sentido. El sábado, quizás, encuentren una respuesta o al menos una despedida digna.