La Real Sociedad y el Mallorca se citan en Anoeta en un duelo marcado por la urgencia. Con solo dos puntos en cinco jornadas, ambos equipos llegan presionados a una sexta fecha que puede ser decisiva para el futuro de Sergio Francisco y Jagoba Arrasate
Hay partidos que parecen diseñados por un dramaturgo con un humor especialmente cruel. Real Sociedad y Mallorca llegan a Anoeta con idéntica cosecha, dos empates, tres derrotas y un botín mísero de dos puntos de quince posibles. Es decir, más números de destitución que de clasificación europea. El calendario señala 24 de septiembre, pero el aire en Donostia respira como si fuera mayo y estuvieran jugando la permanencia.
El duelo no solo reparte tres puntos, reparte oxígeno. Porque tanto Sergio Francisco como Jagoba Arrasate saben que el fútbol moderno no entiende de paciencia, hoy eres proyecto, mañana eres titular en la lista de despedidos. Anoeta será, por una noche, más tribunal que estadio.
Real Sociedad: entre bajas y apuestas arriesgadas
El conjunto txuri-urdin llega con la enfermería más poblada que el banquillo. Orri Steinn Oskarsson, Yangel Herrera e Iñaki Rupérez se pierden el choque, cada uno por dolencias musculares que parecen coreografiadas. Aritz Elustondo, con su contusión costal, añade incertidumbre a un once que ya parece un sudoku imposible. Y en esa mezcla de carencias y oportunidades, Francisco debe decidir si da vuelo a jóvenes como Pablo Marín o si sostiene el timón con la seguridad de Beñat Turrientes.
En ataque, el dilema es casi shakesperiano, mantener la chispa de Barrenetxea y Take Kubo o abrir la puerta a Gonçalo Guedes, que espera el momento de recordar que alguna vez fue determinante. Mientras tanto, Sergio Gómez se asoma como comodín en el centro del campo, y Álex Remiro, en la portería, carga con el rol ingrato de héroe silencioso, detener lo que otros no supieron evitar.
Mallorca: espejos rotos y confianza en vilo
El panorama bermellón es calcado, como si el destino se hubiera divertido en hacerlos gemelos en la desgracia. Con dos puntos y las mismas dudas, Jagoba Arrasate encara el choque con las bajas de Marash Kumbulla y Javi Llabrés, aunque con el resto de su plantilla lista para redimir la apatía. La defensa se ajusta, Pablo Torre busca brillar en la creación, y los veteranos Raíllo y Muriqi deben recordar que un líder no se mide por las palabras, sino por los goles y despejes en noches de cuchillo.
La paradoja es clara, Mallorca juega a ser valiente, pero con miedo; quiere dominar, pero no arriesgar demasiado. Mojica, Sánchez y Maffeo se perfilan como nombres capaces de agitar la rutina. Y Arrasate, como su colega al otro lado, sabe que lo que está en juego no es un simple marcador, es su propio asiento en el banquillo. Anoeta se convertirá así en espejo cruel donde ambos entrenadores verán reflejado su futuro inmediato.