Las dudas de Barrenetxea y Zakharyan fuerzan cambios obligados en los extremos
La Real Sociedad llega a la jornada 12 con el abrigo medio abierto y el viento en contra. Tres derrotas, un empate y sensaciones agridulces han puesto al equipo de Sergio Francisco en un escenario incómodo antes del parón de noviembre. El choque ante el Elche en el Martínez Valero (viernes, 21:00h) se presenta como un partido de esos que curan heridas o las agravan, porque ganar ahora es como ponerle una manta caliente al alma del vestuario.
Las malas noticias no han esperado. Además de las bajas ya conocidas de Yangel Herrera, Karrikaburu, Rupérez y Oskarsson, los servicios médicos también han encendido la luz naranja sobre Ander Barrenetxea y Arsen Zakharyan, que terminaron el derbi ante el Athletic Club con molestias y no han trabajado con el grupo.
A falta de dos entrenamientos, nadie quiere decirlo en voz alta, pero todo apunta a que será la primera ausencia de Barrenetxea en LaLiga este año. Había jugado los 11 partidos como titular, 840 minutos sin descansar, una pieza fija como un imán pegado a la banda.
Gonçalo Guedes y Take Kubo, titulares casi obligados
Con este panorama, el banquillo es como una cocina en pleno servicio: hay ingredientes, pero faltan manos. La solución natural apunta a Gonçalo Guedes y Take Kubo, dos extremos distintos, con personalidades futbolísticas opuestas, pero con algo en común: cuando aceleran, huelen a peligro.
Lo curioso es que el portugués y el japonés apenas han tenido minutos juntos. En lo que va de temporada, solo han coincidido 28 minutos sobre el césped: 20 frente al Espanyol, 8 ante el Real Betis. Normalmente, cuando entraba uno, salía el otro. Una puerta giratoria constante. Kubo se perdió varios encuentros por problemas en el tobillo y Guedes ha actuado casi siempre como recurso desde el banquillo, ese revulsivo de último trago que agita el partido cuando está espeso.
Este viernes será diferente. El plan está escrito en neón: Kubo a un lado, Guedes al otro, buscando que la Real Sociedad vuelva a ser punzante, vertical, incómoda. El equipo necesita recuperar el colmillo, la chispa, esa sensación de que cada contra puede ser un incendio.

Una Real bajo presión y un Elche que sueña con seguir creciendo
El rival no llega en alfombra roja. El Elche está en uno de sus mejores momentos desde que arrancó el campeonato. Ha cogido ritmo, ha encontrado gol y se ha hecho fuerte en casa. No será un paseo. La Real tendrá que defender como bloque, no como colección de jugadores, porque el Elche castiga cada desajuste con una disciplina casi quirúrgica.
La sensación dentro del vestuario txuri-urdin es clara: ganar ahora es frenar la caída, recuperar autoestima y respirar antes del parón. Perder, en cambio, alargaría el runrún que se ha instalado en Donostia, ese ruido sordo que aparece cuando el equipo no termina de despegar.
Lo positivo para Sergio Francisco es que su equipo sigue generando ocasiones. Le falta eficacia, no fútbol. Y cuando eso ocurre, el remedio pasa por talento y paciencia. Ahí entran Kubo y Guedes, condenados a ser protagonistas por obligación y por contexto. Si les sale una noche luminosa, la Real tendrá velocidad, regate y gol.
Este partido, en el fondo, es un examen emocional. De esos que no solo dan puntos, sino confianza. De esos que cambian una racha y devuelven la sonrisa. La Real se juega más que tres puntos: se juega el alivio.




