JJ Macías, delantero mexicano, no encontró espacio en el Real Valladolid pero ha renacido en los Pumas, donde ya suma goles y recupera confianza en la élite del fútbol
Víctor Orta lo tenía todo listo, como quien prepara una sorpresa destinada a desatar euforia en un estadio hambriento de goles. José Zorrilla esperaba con ilusión el desembarco de José Juan Macías, el delantero mexicano llamado a reconciliar al Valladolid con ese instinto asesino en el área que tanto extraña el club. Pero la historia se torció con la precisión de un guion cruel, lo que parecía inminente acabó en espejismo. Macías, tras superar un viacrucis de lesiones, nunca encontró acomodo en el esquema de Guillermo Almada, y el sueño castellano terminó evaporándose antes incluso de comenzar.
El contraste resulta demoledor, un jugador que cargaba sobre los hombros la etiqueta de “goleador imparable” terminó saliendo por la puerta de atrás, sin debutar en amistosos ni siquiera dejar huella oficial. Lo que pudo ser un renacimiento europeo se convirtió en una estación de paso, breve y silenciosa, hacia un destino inesperado, el regreso a México con los Pumas de la UNAM. En esa ironía del fútbol prometer épicas y entregar fugaces anuncios, Macías volvió a encontrar vida donde parecía agotarse su carrera.
Entre pruebas y cuentas pendientes
No era costumbre del Valladolid abrir sus puertas a jugadores a prueba. El club se maneja más con contratos cerrados que con experimentos. Pero Macías fue la excepción. Se unió a la gira por Chile con la firme intención de reivindicarse, y aunque no disputó ni un minuto en amistosos, en los entrenamientos de Los Anexos mostró que el instinto goleador seguía intacto. Esos movimientos en el área, casi felinos, parecían un recordatorio de lo que podía ofrecer si el destino le daba espacio.
La realidad, sin embargo, fue mucho menos romántica. Apenas once días después de entrenar con el primer equipo, su salida se oficializó. A los aficionados les quedó la duda, ¿estaba roto físicamente o la fe en él había caducado demasiado pronto? Gabriel Solares, copresidente del club, despejó el misterio, no fue cuestión deportiva, sino contable. El límite salarial, ese invisible verdugo moderno, truncó el idilio antes de nacer. Físicamente estaba bien, pero en la balanza de la economía futbolística no había hueco para su salario.
El renacimiento en Pumas
Lo que en Valladolid fue negación, en Ciudad de México se transformó en una afirmación contundente. Apenas tres partidos y 38 minutos le bastaron a Macías para recordarle al fútbol su talento, dos goles, una asistencia y, sobre todo, esa confianza que le había sido esquiva en Europa. Frente a Mazatlán, con apenas siete minutos en el campo, firmó un tanto y un pase de gol, y contra Tigres volvió a morder el área con voracidad. Como si cada minuto fuera oro, volvió a dejar claro que el gol es su idioma nativo.
Tras años de lesiones y frustraciones, Macías habló con sinceridad, “me siento de vuelta”. Y quizá lo esté. Con los Pumas, ha encontrado un escenario que no le pide imposibles, sino simplemente lo que mejor sabe hacer: marcar. El fútbol le negó en Zorrilla lo que ahora le regala en el Olímpico Universitario, protagonismo, confianza y la posibilidad de volver a mirar a la élite de frente. Una historia de resistencia y renacimiento, narrada con la tinta indeleble de los goles.